El debate de Aguilar y Oreja no defraudó. Los dos se fajaron en un duelo cuerpo a cuerpo, armados de argumentos opuestos, sin concesiones al electorado del adversario. Aguilar estuvo brillante -ninguna sorpresa-, pero Mayor Oreja, agudo e irónico, no le fue a la zaga. El candidato conservador jamás perdió la compostura frente a los torpedos dialécticos de su contrincante.

Es probable que los parroquianos de ambos quedaran satisfechos de tenerlos como líderes de sus candidaturas. Los escándalos de corrupción que han sacudido a la política española (incluida la canaria) ni se aludieron. Curioso.