El mítico futbolista alemán, enamorado de Gran Canaria, muere un año después del astro brasileño
Beckenbauer recibió ayer un elocuente reconocimiento póstumo
Disputó con su Bayern Munich el trofeo Ciudad de Las Palmas en 1972 ante la UD Las Palmas
Amado Moreno
Enero de 2024 se ha llevado a Franz Beckenbauer (78), prácticamente un año después de la desaparición de su “hermano” Pelé (82), que tuvo su funeral en Brasil en enero de 2023, tras su fallecimiento el 29 de diciembre anterior. O Rei y el Kaiser habían coincidido durante 1977 como compañeros en el Cosmos de Nueva York en la recta final de sus trayectorias.
La experiencia sirvió a ambos no sólo para despertar la afición estadounidense por el balompié, sino también para forjar una sólida amistad entre ambos, representantes de la mejor esencia y tradición futbolística de los continentes europeo y sudamericano.
Triunfador en todo los retos de su carrera como jugador, entrenador, seleccionador y organizador del mundial de Alemania en 2006, Beckenbauer recibió ayer un elocuente reconocimiento póstumo, entre otros muchos, desde el perfil de Instagram de Pelé que continúa activo, pese a la muerte del mítico “10”. Literalmente recoge que “el rey Pelé llamaba hermano a Beckenbauer. Compañeros de equipo, las dos leyendas alimentaron una linda y rara amistad a lo largo de toda una vida. Esta es una despedida difícil para quien ama el fútbol. Todavía esperamos que sea un lindo reencuentro en el cielo”.
En sus Memorias cuenta “el mejor futbolista de todos los tiempos” –a juicio de Beckenbauer-, que uno de los momentos más emocionantes de su andadura deportiva fue la llegada del alemán al Cosmos neoyorkino en 1977. Lo califica como “talentoso de peso”. Pelé agrega alguna anécdota que avala la relación de confianza entre los dos, dentro y fuera del terreno de juego: “Recuerdo haberle aconsejado que permaneciera como director técnico de Alemania en un momento en que tenía dudas acerca de si debía continuar. Quiso saber qué pensaba yo al respecto, ya que habíamos sido amigos desde los días del Cosmos”.
No todo fue un camino de rosas. Curiosamente, el debut mundialista de Beckenbauer (dos veces balón de oro, 1972 y 1976) se cerró en el viejo Wembley en 1966 con derrota de Alemania 4-2 tras una prórroga frente a Inglaterra, favorecida por una decisión del árbitro de la URSS, al conceder un gol fantasma (el tercero), sin entrar el balón en la portería. Treinta años después un estudio de la universidad de Oxford sobre el suceso certificó la pifia arbitral.
Al igual que la otra genialidad inglesa aguardada con expectación en aquella final, Bobby Charlton (balón de oro 1966), Beckenbauer tuvo una actuación discreta, pasó de puntillas, aunque Helmut Schön, seleccionador germano, se mostró satisfecho con su rendimiento: “Era mi mejor hombre contra el mejor de los ingleses, pero Franz era tan bueno que además podíamos atacar cuando tuviésemos la pelota”.
No obstante, Alfredo Relaño en sus “366 historias del Fúbol Mundial” concluye con una aguda y contundente observación: “Beckenbauer fue tan disciplinado en la persecución de Bobby Charlton que en la práctica resultó como si los dos se hubieran quedado fuera del partido, y lo hubieran jugado diez contra diez”.
El pundonor, no solo la técnica, fue un plus adicional del que hizo gala la estrella alemana, tanto con el Bayern como con la selección de su país. Continuó jugando contra Italia en la semifinal del mundial de 1970, celebrado en México, pese a dislocarse un hombro tras ser derribado en un lance del partido, ganado finalmente en la prórroga 4-3 por los transalpinos.
Hoy, en la hora de su adiós definitivo, procedía evocar más rasgos de su trayectoria deportiva y ejemplar para las nuevas generaciones. Aunaba profesionalidad, no exenta de corrección y elegancia, como así puso de manifiesto todas las veces que optó por Gran Canaria para descansar, y también para disputar con su Bayern Munich el trofeo Ciudad de Las Palmas en 1972 ante la UD Las Palmas. Nos deparó entonces la primera ocasión de entrevistarle, recibiéndonos en el viejo hotel Metropol (hoy oficinas municipales), junto a su compañero “Torpedo” Müller. Concedió otros dos momentos de conversación periodística décadas después, la última en 2006 y en exclusiva para LA PROVINCIA-Diario de Las Palmas. La experiencia nos mostró un personaje cercano, abierto, que no condicionó temas, ni impuso límites de tiempo. Empatía total.
El Palm Beach de Maspalomas y el Gran Hotel Residencia de la misma zona, eran los elegidos habitualmente por Beckenbauer, acompañado de su familia, para alternar el descanso con la práctica del golf, deporte que no logró inculcar a Pelé en EE.UU., pese a haberlo intentado, confesaría después el astro brasileño.
Marcharse como ha ocurrido a sus 78 años no deja de constituir una penosa sorpresa para la inmensa mayoría de los que admiran su pasado, aunque no para sus más allegados y conocedores de las patalogías que han precipitado su final. Después de tantos logros en su haber, y de su muerte no anunciada a priori, quizás convenga reflexionar sobre la sentencia de Francesco Petrarca, italiano y pregonero del humanismo en su país: “No conviene vivir hasta el hartazgo, basta vivir hasta saciarse”.
- Publicado en La Provincia el 11 de enero de 2024