Su equipo, superior hoy a la representación de Camerún, Ghana, Senegal y Túnez, alerta sobre las posibilidades competitivas del fútbol africano

Argentina, nueva campeona, y Francia, segunda, habían sucumbido frente a Arabia Saudí y el combinado tunecino, respectivamente

La mayoría de rivales impuso un sistema conservador a España que la llevó al fracaso, tras la esperanza inicial con su 7-0 a Costa Rica

Germán Dévora: “Pedri dejó muy alto el pabellón del fútbol canario con la camiseta española”

Gerardo Miranda: “La selección argentina ha sido justa vencedora en la final, por juego y coraje”

Amado  Moreno

La cita de Catar pasa a la historia no sólo por la final incierta y emotiva que protagonizaron ayer los justos finalistas, Argentina y Francia, derrotados ambos contra todo pronóstico en el arranque del torneo por Arabia Saudí y Túnez, respectivamente. No fueron sorpresas menores las victorias de Camerún sobre Brasil, y de Marruecos sobre Bélgica, España y Portugal. Y Alemania e Inglaterra, históricas como mundialistas, hicieron sus maletas más pronto que tarde.

La presencia croata en semifinales y en la disputa del tercer puesto fue coherente con su andadura en las últimas ediciones. No así la de su adversario, Marruecos,  inédito durante décadas para convertirse en esta oportunidad en la revelación asombrosa y admirable.

Germán Dévora (Las Palmas de Gran Canaria, 1943), cinco veces internacional con España cuando pertenecía a la UD Las Palmas, y máximo goleador suyo con el club en Primera División, considera que el duelo ayer entre Argentina y Francia “no fue un partido bonito. Los argentinos salieron fuertes, y los franceses, que parecían nerviosos y agarrotados, se metieron en el partido con su primer gol. Podía haber ganado cualquiera. El portero Dibu Martinez fue clave para hacer digno vencedor a su equipo”.

Se resiste a opinar del papel de España en este Mundial: “Prefiero callar, aunque es claro su fracaso por no llegar a cuartos”. Sin embargo, se congratula con el balance que ofreció Pedri: “Jugó muy bien. Es un pedazo de jugador que ha dejado muy alto el pabellón del fútbol canario con la camiseta española”.

Por su parte, Gerardo Miranda (Nouadhibou, 1956), nueve veces internacional con España, y ex jugador de la UD Las Palmas y el Barcelona, a modo de resumen comenta que “fue un Mundial raro, que empezó muy bien para España y después se truncó ante Japón y Marruecos, selección ésta que me ha gustado extraordinariamente”. También elogia a Pedri: “Con España en Catar reafirmó que es un futbolista consagrado con categoría de auténtico 10. El Barcelona ganó la Lotería con su fichaje”. Sentencia que Argentina ha sido justa vencedora: “Supo reaccionar adecuadamente con coraje, y acertar en los penaltis para llevarse el título”.

Dos opiniones, las reseñadas de Germán y Gerardo, captadas en caliente ayer tarde nada más acabar la gran final del Mundial, aportando el enfoque propio de dos figuras del balón en el pasado, como introducción a otra perspectiva.

 DE LA ESPERANZA A LA DECEPCIÓN

España, que tantas ilusiones levantó tras el 7-0 a Costa Rica en su primer encuentro, luego empató con Alemania (1-1), y pinchó seguidamente ante Japón (2-1), logrando clasificarse no obstante para octavos,  donde cayó a manos de Marruecos en la tanda de penaltis (3-0).

¿Mala suerte del equipo de Luis Enrique? Pensar únicamente en el infortunio  como argumento para el fracaso español es un pobre recurso de observadores y técnicos, incapaces de ejercer la menor autocrítica sobre los errores propios.

Heriberto Herrera, técnico de prestigio internacional y conocido como “sargento de hierro” en sus tiempos, se mostraba contundente y enojado cuando alguien le deseaba suerte para sus retos deportivos. “El éxito y los objetivos se logran siempre con tenacidad y trabajo serio, sin necesidad de la suerte”,  decía a José Manuel Navarro, su barbero canario de confianza, mientras éste le cortaba el pelo no muy lejos del viejo Estadio Insular. H.H. hablaba con conocimiento y sobrada experiencia. No en vano,  el mismo personaje había sido decisivo futbolista con Paraguay para ganar el Campeonato Sudamericano en 1953, competición en la que fue distinguido como “mejor jugador del torneo”. Tras colgar las botas, sería entrenador del Juventus, Inter de Milán, UD Las Palmas, C.D. Tenerife y Valencia, entre otros clubes españoles e italianos.

Visto lo visto casi todo lo registrado en Catar, en directo o por TV, no es fácil adjudicar exclusivamente a la mala fortuna la frustración de La Roja española. Para aproximarnos más a la realidad cabe juzgar que España descarriló en la cita mundialista  tanto por sus desaciertos al no materializar las ocasiones de gol que tuvo, como por su empecinamiento en otros errores graves. Obstinarse prioritariamente en la posesión del balón con un juego horizontal a menudo de espalda a la portería oponente y lentitud en el despliegue atacante.

 Ante Japón y Marruecos, particularmente, fue exasperante y no de recibo las cesiones frecuentes de balón a su portero Unai Simón desde la mitad del campo, evidencia de una tremenda incapacidad para abrir el juego por los extremos o  enviar el balón a la hoya del rival y encontrar rematador.

La descripción de lo anterior no es incompatible con una conclusión indulgente. Podría interpretarse que la calidad de los adversarios forzó al equipo español –tras su holgada y rotunda victoria sobre los costarricenses- a  aceptar y recurrir a un sistema de juego conservador que mermó sus expectativas, además de disminuir el rendimiento de jugadores  creativos y eficientes en pasados compromisos internacionales como el canario Pedri.

MARRUECOS, LA SENSACION

En contraste, la selección marroquí ha sido la gran sensación de este Mundial de Catar. Demostró en su debut auténtica ambición de llegar a la final. Con su espléndido juego y con el Rojo mayúsculo de su camiseta, enseñó que puede representar una alternativa de futuro tan reconocible como lo fue La Roja legendaria, ganadora en julio de 2010 del título mundial en Sudáfrica, o como la selección lusa que capitaneó pocos minutos Cristiano Ronaldo, en esta ocasión con más pena que gloria. Marruecos devolvió a ambas a casa.

Lo suyo ha sido el resultado de una meticulosa planificación técnica hasta el mínimo detalle, sin desdeñar las horas inmediatas de cada encuentro. Con un estilo alegre y efectivo distinto al monótono tiquitaca de pase corto y posesión, que adormece o hace bostezar al graderío, y a figuras como Beckenbauer y Ferguson. Marruecos sorprendió primero, y desafió después, a los que se enfrentaba.

Ya en su primer partido ante Croacia (0-0), mandó una señal a los cuatro vientos de que es posible otro fútbol de mayor intensidad, con derroche de energía inagotable, desparpajo y osadía con el balón en su estiramiento al área rival, súbitas transiciones rápidas de zona defensiva a su vanguardia, velocidad de crucero en los contragolpes,  y pases largos que removían por su espectacularidad  a los aficionados en sus asientos. Futbolistas los suyos sin complejos ante nadie, gladiadores en lo físico y en la pelea por el triunfo, y no exentos de técnica como Amrabat, su carismático centrocampista defensivo. Sin recreaciones en el juego  hacia atrás, el cuadro marroquí pudo llegar a la final, pero lo impidió su falta de concreción en los metros finales. Así lo reconoció su feliz entrenador, Walid Regragui, tras la derrota ante Francia. Carencia que reiteró el once magrebí el sábado para caer igualmente en la disputa por el tercer puesto ante la sólida Croacia, heredera  de los mejores  valores sembrados  por la antigua escuela deportiva balcánica.

En definitiva, no ha sido flor de un día el éxito de Marruecos para escalar hasta el cuarto puesto. Ha estado precedido de muchas semanas y meses de arduo y riguroso trabajo  mental y físico, con participación relevante de su ayudante español, Edu Domínguez, en el segundo de los apartados. También ha sido fundamental la Academia de Fútbol creada en Rabat durante 2006 con aportaciones privadas y la implicación directa de la monarquía alauita. El centro, que da cobijo y mima con educación general y futbolística a medio centenar de firmes promesas nativas, es el vivero del que han salido figuras como Aguerd, Nesyri y Ounahy. Previsiblemente surgirán otras más al calor de este momento de gloria merecido para los marroquíes en el mundial de Catar, evento que ayer bajó el telón, tras la final  Francia-Argentina.

*Publicado en La Provincia el 19 de diciembre de 2022.