El historiador guiense cuenta la llegada de la familia británica en el siglo XIX y su establecimiento en la isla para invertir en la agricultura

En la presentación del acto, Amado Moreno destacó la tarea laboriosa del investigador sobre la trayectoria particularmente de David John Leacock

En el transcurso de una charla ofrecida el pasado 29 de septiembre en la Real Sociedad Económica Amigos del País de Gran Canaria, el investigador guiense Sergio Aguiar Castellano hizo una amplia descripción de la historia de la familia Leacock, de origen inglés radicada en Madeira desde el siglo XVIII, donde se relacionó con el comercio del vino, hasta crear una de las empresas exportadoras más importante de la isla portuguesa.

José Joaquín Díaz de Aguilar, presidente de la Real Sociedad Económica de Gran Canaria, y Sergio Aguiar/ C. MARIN

José Joaquín Díaz de Aguilar, presidente de la Real Sociedad Económica de Gran Canaria, y Sergio Aguiar/ C. MARIN

Destacó que los primeros pasos que la familia dio en las Islas Canarias fueron en 1887 cuando John Milberne Leacock comenzó a negociar con vinos de Canarias, especialmente de Lanzarote, instalando unas oficinas en la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria, y diversificando poco a poco los negocios: venta de abonos, seguros contra incendios, etc.

En 1887 Edward Wathen Fyffe, miembro de una familia exportadora de té, visita las islas Canarias, por problemas de salud de su esposa, ya que ésta tenía tuberculosis. Permanece más de un año en las islas, lo que le da oportunidad de conocer el estado de la agricultura en Canarias, además de conocer a la colonia inglesa que vivía en ella. Al ver el potencial de la exportación de plátanos llegó a acuerdos comerciales con algunos de los británicos establecidos en Gran Canaria y Tenerife: Barkers, Blandys, Wolfson Ossipoff y John Milburn Leacock.

Años 30 del pasado siglo XX. David John Leacock y su primera esposa, Jessie, sentados en su casa de Becerril de Guía, lugar en el que recibieron y alojaron después a su amigo Bertrand Russell, premio Nobel de Literatura 1950.

Años 30 del pasado siglo XX. David John Leacock y su primera esposa, Jessie, sentados en su casa de Becerril de Guía, lugar en el que recibieron y alojaron después a su amigo Bertrand Russell, premio Nobel de Literatura 1950.

Un año después, en 1888, comenzó a operar la casa comercial “Fyffe’s Ltd”. La iniciativa británica ya no se reduciría a la exportación de la fruta, sino que también se ocuparía de su producción. Arriendan y compran terrenos allí donde había suministro seguro de agua.

John Milberne crea el 7 de febrero de 1903 junto a Francisco Lorenzo Rodríguez vecino de Gáldar, la firma comercial “Leacock & Lorenzo”: “El objeto principal de la Sociedad consiste en el aprovechamiento, alumbramiento, elevación, conducción y explotación de aguas, existentes, ya en terrenos de la Sociedad, ya del Estado, Municipio o particulares, practicando al efecto las obras, adquiriendo e instalando los aparatos y máquinas que se juzguen necesarios, solicitando las oportunas concesiones administrativas, constitución de servidumbres de acueducto, expropiación de terrenos, y todos lo demás que se tiene conveniente al indicado fin”, recordó.

1973. Amado Moreno (d) entrevista para "Diario de Las Palmas" al cineasta internacional Philip Leacock, en presencia de su padre David John Leacock/PACO LUIS MATEO

1973. Amado Moreno (d) entrevista para “Diario de Las Palmas” al cineasta internacional Philip Leacock, en presencia de su padre David John Leacock/PACO LUIS MATEO

A la vez que Mr. John M. Leacock comenzaba su nueva andadura empresarial de explotación de aguas, se convirtió en representante de firmas comerciales de fabricación de maquinaria y productos relacionados con esta materia, especialmente motores y molinos de viento.

Los negocios de la firma Leacock tanto en Madeira como en Gran Canaria fueron experimentando una diversificación, hasta tal punto que en 1909 se encuentra a John Milberne como miembro del consejo fiscal de la “Compañía de Tabacos de Madeira”. Pero sin duda la apuesta más importante de los Leacock en 1909 fue la de invertir en el sector de la caña de azúcar, tanto en Canarias como en Madeira.

En el año 1909 compra la fábrica de azúcar de Guía, propiedad de la firma comercial radicada en Manchester “Lathbury y Compañía”, por 2.000 libras esterlinas,

John Milberne Leacock falleció en la ciudad suiza de Lausana el mes de mayo de 1915, a la edad de 67 años. Como era de esperar la prensa de Madeira y de Gran Canaria se hicieron eco de su muerte.

Al fallecimiento de John Milberne Leacock el 19 de mayo de 1915, su esposa Mary Silence (Erskine) Leacock es la heredera de todos su bienes. John Milberne había firmado su testamento el día 8 de septiembre de 1908, donde declaraba a su mujer única heredera.

A partir de 1915 el primogénito David John Leacock -siguió describiendo Sergio Aguiar-, adquiere un protagonismo más que evidente en la administración de los bienes que la familia posee en Gran Canaria, isla donde se instalará con su esposa Jessie Etchels y donde en el mes de agosto nacerá la primogénita del matrimonio, Elizabeth Leacock.

David Leacock se había casado a finales de diciembre de 1914 en Inglaterra con Jessie Etchels. Aficionada a la pintura y a las bellas artes, su padre John Charles Etchells era un ingeniero de prestigio. A través de su hermano Ferderick, reconocido arquitecto y pintor contactan con el Grupo de Bloomsbury influyente grupo de escritores, intelectuales, filósofos y artistas ingleses, entre cuyos miembros más conocidos estaban Virginia Woolf, John Maynard Keynes, E. M. Forster y Lytton Strachey. Sus obras y perspectivas influyeron profundamente en la literatura, la estética, la crítica y la economía, creando actitudes modernas en el feminismo, el pacifismo y la sexualidad.

Influenciado por el pacifismo, David J. Leacock se declaró objetor de conciencia en la Primera Guerra Mundial. Muchas de las personas con las que él se relacionó en el denominado Círculo de Bloomsbury -relató Aguiar- fueron destacados antimilitaristas. Fue el caso de Bertrand Russell (premio Noel de Literatura en 1950) muy conocido pacifista durante la Primera Guerra Mundial, lo que acabó llevándolo a la cárcel durante seis meses por la publicación de artículos y panfletos.

De la amistad con Russel han quedado para el recuerdo unas fotografías de la visita que éste hizo a Leacock en el año 1935 a su casa en Guía. Al respecto, el hijo de David John, Richard Leacock en sus memorias recuerda que conoció a Russel en Guía con motivo de la citada visita.

Leacock tuvo cuatro hijos con su primera esposa, Jessie, que falleció a los 41 años de edad, el día 7 de diciembre de 1933 en el barco que la devolvía a Inglaterra. Elizabet nacida en San Lorenzo (Gran Canaria) en 1915 se graduó en Trabajo Social en la Universidad de Pennsylvania, trabajó en diferentes lugares, y finalmente en la Oficina de Servicios Comunitarios de Brooklyn hasta su jubilación en 1980.

Philip, que fue un destacado director de cine. En la década de los 60 se mudó a Hollywood y se concentró casi exclusivamente en dirigir películas y episodios para televisión. Ursula, pintora, vivió en Guía entre 1959-1960 con su primer marido George Knox que fue gerente de la empresa. Richard, que estudió Ciencias Físicas en la universidad de Harvard, fue un destacado documentalista. El festival de Cine de Las Palmas tiene un premio con su nombre.

Apuntó Sergio Aguiar que David Leacock comienza en septiembre de 1920 una aventura empresarial en solitario, que durará 60 años, si bien desde los primeros meses de 1920 ya se observa una cierta independencia en las gestiones de la empresa familiar. De hecho, en la prensa tanto de Gran Canaria como de Tenerife se publican diversos anuncios con la única referencia a él, tal es el caso de la publicidad que hace en el periódico “La Tarde” editado en Santa Cruz de Tenerife en los primeros meses de 1920, como agente exclusivo para Canarias de la marca de motores “Crossley”.

A los pocos días del Golpe de Estado en julio de 1936, David John Leacock y su segunda esposa Florence Elizabeth, son detenidos.

Su libertad tuvo que pagarla, disfrazándose la misma como un donativo que éste hacía a las autoridades militares. Al respecto Leacock en una carta de protesta, informaba que “hemos sido molestados seriamente por las nuevas autoridades militares que asumieron el control […] Por sugerencia de cónsul en Las Palmas, Mr. Head, hice una donación de 5.000 pesetas al fondo de las autoridades militares, quienes prometieron entonces que yo no sería molestado más […] las molestias se incrementaron después de esto”. Pero a Míster Leacock no sólo se le impone una multa de 25.000 pesetas, sino que se le obliga a colocar al frente de sus negocios a un ciudadano español, si bien tenía un apoderado inglés Mr. Federico Ernesto Clark.

Además, se muestra convencido de que la intención de las autoridades militares es destruir su negocio, amparándose en acciones realizadas por él de tal manera que le sirva para justificar la confiscación de su propiedad. Aunque manifiesta que: “Deseo afirmar categóricamente que ni mi esposa, ni yo, tomamos parte en la oposición a la ocupación militar, ni tampoco ninguno de los dos ayudó a los funcionarios del gobierno local o líderes políticos para escapar”.

Este comentario hay que enmarcarlo -puntualizó Sergio Aguiar- en la huida del diputado comunista Eduardo Suárez Morales y Fernando Egea Ramírez, delegado gubernativo en el Norte de Gran Canaria, que organizaron la resistencia contra los golpistas en la comarca norte, y que en su huida, según datos recabados por el Cronista Oficial de La Aldea, Francisco Suárez Moreno, se pertrecharon de combustible en el fallido intento de escapar de la isla, en el pozo propiedad de Mr. Leacock en Agaete. Además de que diversas fuentes orales señalan que el chófer de Mr. Leacock fue el que los llevó desde Guía a Agaete

La ya citada carta que envía Leacock en agosto de 1936 al secretario de Estado, “nos proporciona una destacada información sobre su propiedad en Gran Canaria, que él manifiesta es de 432 fanegadas de tierras, 48 km de tuberías, estanques y presas y estaciones de bombeo de agua. Y además indica que las ganancias de su empresa en 1935 ascendieron a casi 10 mil libras esterlinas, siendo sus cuentas auditadas por una firma del Instituto de Contadores Públicos de Inglaterra”.

Después de un año en Inglaterra, en octubre de 1937, se va a los Estado Unidos, de donde era natural su segunda esposa Florence Elizabeth, nacida en 1905, con la que tuvo una hija, Martha Leacock (Estados Unidos,1939).

MISIONES INTERNACIONALES

El exilio de Míster Leacock se prolongó 27 años. Comienza a trabajar en INDUSCO Cooperativas Industriales de China, una organización en el norte de este país, que jugó un papel importante en la lucha de los chinos contra la ocupación japonesa y el ejército de Chiang Kai-shek, indicó el conferenciante. Indusco, fue creado para desarrollar una nueva base económica en China inspirado en principios democráticos, buscó proporcionar trabajo, educación, bienes de consumo e industriales, y una oportunidad para que los trabajadores chinos controlaran sus propias fábricas y organizaciones, explicó Aguiar seguidamente.

En los Estados Unidos se estableció un departamento técnico, dirigido por David John Leacock, que obtuvo la ayuda de muchos prominentes ingenieros y técnicos estadounidenses, encabezados por el decano de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Columbia, Walter Rautensrauch, con el objetivo de resolver problemas de las Cooperativas Chinas.

“Sin duda la experiencia adquirida en Indusco y su buen hacer como responsable técnico, consolidó el prestigio como ingeniero de Leacock, lo que le abrieron puertas en otras organizaciones -expuso Sergio Aguiar-. De tal manera que con 54 años de edad se incorpora en los primeros meses de 1944 en UNRRA: Administración de las Naciones Unidas para el Auxilio y la Rehabilitación o Administración de las Naciones Unidas para el Socorro y la Reconstrucción. El propósito de la UNRRA era “planificar, coordinar, administrar u organizar la administración de medidas para el alivio de las víctimas de la guerra”, en cualquier área bajo el control de cualquiera de las Naciones Unidas a través de la provisión de alimentos, combustible, ropa, refugio y otras necesidades básicas, servicios médicos y otros servicios esenciales”.

Míster Leacock fue nombrado representante del UNRRA para Yugoslavia, cargo que desempeñó entre 1944 a 1949.

Al concluir sus trabajos en UNRRA David John Leacock comenzó a trabajar en Ginebra (Suiza) como consultor especialista en la Comisión Económica para Europa (ECE), organismo perteneciente a la ONU, que se creó en 1947 para promocionar la cooperación económica entre sus Estados Miembros. Trabajó en el área de servicios públicos, construcción, minería, maquinaria agrícola y metalúrgica. Una de las tareas específicas realizadas fue recopilar información sobre las necesidades y disponibilidades de los soportes de mantenimiento de los vehículos de motor y examinar los medios para facilitar su adquisición por parte de los gobiernos integrados en la CEPE. Además, desde Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa, destacó por sus trabajos en la búsqueda de métodos para aumentar la producción y distribución de penicilina. De tal manera que participaba en el Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, como especialista en equipamientos, industrias y materiales de base. Y en junio de1952, al cumplir los 62 años, deja de trabajar y se va a vivir a Francia, en concreto a la Costa Azul.

En la Navidad de 1963, después de 27 años de exilio, vuelve a Gran Canaria, y toma directamente las riendas de la empresa. No dudando en vender algunas fincas para capitalizarse, trasladando sus decisiones directamente a sus gerentes o encargados y estos a su vez al resto de empleados.

FALLECIMIENTO Y LEGADO A LOS TRABAJADORES

Por último, el historiador Sergio Aguiar aludió al final de los Leacock en Canarias, confirmando que David John Leacock falleció en su casa de Guía de Gran Canaria a las 14,00 horas del día 22 de abril del año 1980. Había realizado testamento abierto a las 13,30 del día 18 de agosto del año 1977, ante el notario D. José Gómez de la Serna Nadal. En el remanente de todos sus bienes, derechos y acciones que posee en España, instituye por sus únicos y universales herederos a 11 de sus trabajadores. Manifiesta el otorgante que dado el régimen de separación de bienes que rige su matrimonio y el principio de libertad de testar establecido por la legislación inglesa, sin prejuicio del profundo afecto que profesa a su esposa y a sus hijos, es su voluntad instituir e instituye únicos y universales herederos de todos sus bienes, derechos y acciones que posee en España a los anteriormente expresados.

Con la muerte de David John Leacock acaba la historia de la presencia de la familia Leacock en Canarias.

LABOR RIGUROSA, SEGÚN AMADO MORENO

El protagonista de la charla había sido presentado en los inicios del acto por el periodista Amado Moreno, quien agradeció en primer lugar la invitación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria para referirse a Sergio Aguiar, como autor con Augusto Álamo, de la primera obra biográfica sobre David J. Leacock y su familia. A continuación, el texto íntegro ofrecido por el presentador:

“Agradezco la invitación, no porque yo persiga salir en la foto. En absoluto. Bien lo saben aquellos que me conocen. Les confieso que tampoco ayuda a aceptar este pequeño reto el miedo escénico que nos impone intervenir en esta entidad con más de doscientos años de historia y prestigio, dispuesta siempre al servicio de la sociedad grancanaria.

Hoy he recogido el guante para intervenir en este acto por resultarme difícil rechazar una propuesta cuando procede, como en este caso, de un amigo entrañable de muchos años como Francisco Reyes, con una acreditada labor ininterrumpida y admirable en esta Real Sociedad, ahora estimulada por una nueva etapa ilusionante con otro director, José Joaquín Díaz de Aguilar.

Influyeron además para corresponderle dos factores no menos importantes: mi estrecha relación de amistad igualmente con Sergio Aguiar, y el encuentro profesional que he tenido en el pasado remoto y reciente con miembros de la familia Leacock en sendas ocasiones. Con David J. Leacock y dos de sus hijos: con el conocido cineasta Philips, contacto en el que su padre hizo de intérprete (año 1973 del siglo pasado), y no hace mucho tiempo, con Martha, la única superviviente, residente hoy en Escocia, pero que de vez en cuando vuelve a Gran Canaria para evocar su infancia en el Norte de nuestra isla, donde todavía conserva parte del legado de su padre, y algunas amistades, como las de los dos autores de esta biografía de su padre.

De hecho, ambos, Sergio y Augusto, hicieron un viaje a Escocia para recopilar documentación e impresiones de la propia Martha, en casa de ésta.

Lástima que haya trascendido sólo una entrevista concedida por David J. Leacock para hablar de su llegada a Canarias y la visión de la realidad a la que enfrentó su sueño empresarial. Tal entrevista fue localizada por Sergio Aguiar en un ejemplar del desaparecido periódico El Eco de Canarias, con fecha 25 de julio de 1964.

En ella David J. Leacock es definido y destacado como “el hombre enamorado de su tierra adoptiva que gracias a su iniciativa privada más puestos de trabajo había creado en Gáldar y Guía”.

Cuenta él su impacto inicial con el transporte de la fruta en camellos hasta su llegada al muelle para embarcarla. Se muestra satisfecho de su contribución al mantenimiento del viejo dique de Sardina del Norte. Lamenta la extinción progresiva del “toro de Gáldar”, de gran utilidad entonces para arrastre del transporte, y adelanta su ambicioso proyecto de una red de tuberías para bajar el agua de la cumbre a los cultivos de costa. También revela su total sintonía con los análisis de Manuel Bermejo para el desarrollo agrícola y ganadero de la comarca. Y aprovecha Mr. Leacock para dejar claro su pensamiento al respecto: “Necesitamos ofertar en el mercado frutas y verduras de primera calidad, para cuyo cultivo es preciso estiércol bueno. Promover la crianza de ganado vacuno con pastos de calidad para lograr buena carne y leche, a precios asequibles”. Finaliza nuestro personaje inglés efectuando un llamamiento a los canarios y autoridades “a mecanizar las fincas de forma radical y total, introduciendo modernos sistemas científicos de cultivo”. Una tarea en la que fue un verdadero avanzado de su tiempo, como así recoge y describe el libro firmado por Sergio Aguiar y Augusto Álamo.

¿Pensamiento político de Mr. Leacock? “Era mitad socialista y mitad comunista”, me respondió rotunda su hija Martha durante la conversación que mantuvimos hace pocos años en Sardina del Norte para ser reproducida un domingo en el periódico LA PROVINCIA-Diario de Las Palmas. La foto de portada de aquel día no podía ser más elocuente: Martha sentada con un ramo de flores junto a la tumba de su padre inolvidable, en el cementerio de La Atalaya de Guía.

Por cierto, la sencilla tumba de David J. Leacock contrasta y se halla junto al mausoleo de José Samsó, destacado militar y general monárquico, que fue comisionado para inspeccionar las condiciones de los prisioneros de la Primera Guerra Mundial en Europa, como representante de España, país neutral en el conflicto.

Ambos personajes, Leacock y Samsó, compartieron metas comunes para impulsar la agricultura canaria y potenciar la apertura de mercados en el exterior. Tras crear la primera cooperativa en 1922, Samsó, de ascendencia catalana, promovió el Consejo Regulador de la Exportación de Plátanos.

Curiosamente, su ideología política conservadora no fue obstáculo para sellar una amistad duradera con David J. Leacock, desde el mutuo respeto que ambos se profesaban. Toda una lección de civismo y convivencia la de ambos, anteponiendo el interés colectivo al individual, a diferencia de lo que sucede en este tiempo actual tan convulso en casi todos los órdenes con muchos de nuestros personajes públicos descalificándose permanentemente en pandemia y sin pandemia. Y nada digamos del vertedero incontrolable de determinadas redes sociales, alentadas a través de la nueva tecnología.

Es oportuno recordar que entre los títulos editoriales que ha producido Sergio Aguiar antes que este de Mr. Leacock, figura uno sobre José Samsó, lanzado por editorial Mercurio.

Para no caer en la tentación de irme por los cerros de Ubeda con otras disquisiciones, según “uso y costumbre” de los que ya sumamos unos cuantos años, ofrezco rápidamente una pincelada o perfil de nuestro amigo y autor de la biografía sobre David J. Leacock y su familia, junto a Augusto Álamo.

Sergio nació en Guía de Gran Canaria en 1966. Se licenció en Filología Hispánica por la universidad de La Laguna. Es especialista en Análisis y Diseño de Sistemas de Gestión Documental.

Desde el año 2001 ejerce como técnico del Archivo y Biblioteca Municipal de Guía. Es miembro de la Asociación de Archiveros de Canarias.

Por diversas razones, especialmente de amistad, reconozco que no soy yo el más indicado para catalogar la solvencia de Sergio Aguiar como investigador. Prefiero por consiguiente remitirme al juicio certero y brillante que hizo de su trabajo semanas atrás, con total independencia, el profesor Juan Ferrera Gil en el digital Infonorte, sin la menor sospecha de que exista una relación o connivencia entre ambos, salvo la atribuible conexión que podría darse entre un autor y un lector:

“Sergio Aguiar da muestras sobradas de trabajo efectivo y realizado, de esfuerzo constante que se confunde con la pasión investigadora, donde la seriedad y eficacia han encontrado por fin su sitio verdadero –escribe el mencionado profesional de la docencia-. (…) Es –añade- un auténtico valedor de la historia, de los legajos oficiales y de todos aquellos documentos que hablan de momentos pasados que resultan muy significativos, más que nada por su consideración de papeles vivos en un mundo que los intenta olvidar, (o, incluso, en algunos casos, secuestrar”.

El articulista se deshace en estos reconocimientos, tras haber leído la obra dedicada a David J. Leacock, y otra –la última- sobre el filólogo guiense, Miguel Santiago, afincado en Madrid, donde falleció hace cincuenta años, después de haber sido uno de los discípulos predilectos de Ramón Menéndez Pidal. Ambas publicaciones lucen la firma de Sergio Aguiar como denominador común.

Acabo pidiendo perdón a todos por mi extensión y saltarme la escaleta. Admito que es irrefrenable mi afán de compartir información que considero de interés en cuanto a hombres o mujeres que forman parte de nuestra historia canaria como algunos de los ya citados. Sorry, diría Mr. Leacock.

Cedo ya la palabra a Sergio Aguiar, verdadero protagonista de este acto. Muchas gracias”.