“Creo que nunca se acabará la controversia con la Fiscalía del Estado”

“Siempre me gustó la figura del juez Instructor, es el verdadero juez de garantías”

Instruye el denominado “caso Lezo” con sospechas de sobornos para la adjudicación de obra pública en Canarias

Amado Moreno

El periódico LAPROVINCIA-Diario de Las Palmas llevó a su portada el pasado 29 de marzo, viernes, otra actuación del magistrado de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón. Esta vez relacionada con el denominado “caso Lezo”. Las investigaciones en torno a esta trama de corrupción alcanzan posibles irregularidades por sobornos en la adjudicación de obra pública en Canarias. Se remontarían al año 2003 -según la misma fuente periodística- cuando el Archipiélago era gobernado por la coalición CC-PP.

El magistrado instruye también hoy otros caso muy sensibles en la Audiencia Nacional, como el llamado “Púnica” y el protagonizado por Villarejo, comisario de Policía. Esta misma semana ha sido noticia igualmente por la conocida como operación Kitchen. El ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, presentó escrito ante la Audiencia donde informa al juez Manuel

García Castellón que su ex chófer le instaló en su domicilio un sistema de cámaras de vigilancia. El ex alto cargo popular pide al instructor que inspeccione los dispositivos para comprobar si fueron instalados por Sergio Ríos para espiarle mientras se encontraba a sueldo de Ministerio del Interior como confidente, revela el rotativo “El Mundo”.

Manuel García Castellón (Valladolid, 1953) es, desde décadas atrás, un juez experimentado en la instrucción de más escándalos que no fueron menos mediáticos. Su investigación le empujaron, por ejemplo, a encarcelar al banquero Mario Conde por la Operación Banesto, ocuparse de las corruptelas de Jesús Gil siendo presidente del Atlético Madrid para sentarle en el banquillo, además de investigar los delitos de Luis Roldán al frente de la dirección general de la Guardia Civil, los crímenes de los GAL, y el asesinato de Miguel Angel Blanco por ETA, episodio que marcó un antes y un después definitivo para la banda terrorista.

Se da la circunstancia de que esta figura de la judicatura española que hoy sigue ejerciendo en la Audiencia Nacional, tras ser distinguido con la Legión de Honor por el Gobierno de Francia, y con la encomienda de Isabel la Católica, por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, es un enamorado de Gran Canaria, según nos confesó en el curso de una entrevista para DIARIO DE LAS PALMAS durante la estancia con su familia en el hotel Maspalomas Oasis, el 28 de febrero de 1998. “No hay otro lugar mejor en el mundo para descansar”, afirmó en tal ocasión, confirmando que elegía periódicamente el mismo lugar para “cargar las pilas” y volver después a Madrid.

Aquella distendida conversación en el Sur grancanario permitió conocer entonces el punto de vista del sobresaliente magistrado, que ya ejercía en la Audiencia Nacional, sobre diversos aspectos de la Administración de Justicia.

Preguntado sobre la violencia de género que empezaba a constatarse oficialmente en España, respondió: “Debemos entrar en una dinámica en la que el legislador ha de pensar tal vez que lo que interesa es la protección permanente del débil. Este puede ser la mujer, el niño, o puede ser el que tiene una raza diferente. Hay que proteger al débil y hacer que las penas se cumplan”.

En cuanto a la instrucción del Caso Banesto declaró que se enfrentó “a las dificultades propias de un asunto complicado, igual que los demás. Pero si me habla usted de personas, le diré que ninguna”. También mostró su parecer sobre la Fiscalía del Estado, a menudo en el punto de mira polémico: ” Creo que nunca se acabará la controversia con la Fiscalía del Estado. Creo que todos ellos (en alusión a Leopoldo Torres, Javier Moscoso, Eligio Hernández, Jesús Cardenal, fiscales del Estado citados en la pregunta) han ayudado siempre a la administración de Justicia. Es una figura propia de la Justicia, siempre en el ojo del huracán como acontece en otros países”.

Defendió la existencia de la Audiencia Nacional, cuestionada en otros ámbitos ajenos al judicial: “Es imprescindible. Su necesidad se ha ido acentuando. Ahora se registra un crimen organizado que antes no existía”.

Manuel García Castellón se alineó, no obstante, con los que dudaban de la conveniencia del Jurado: “Nunca he sido un entusiasta de esta fórmula. Sin embargo está ahí y hay que cumplirla”.

También desveló cómo se produjo su temprana vocación por la judicatura. Cuando tenía 14 años, leyendo las novelas de Georges Simenon y el comisario Jules Maigret. Matizó a continuación que “siempre me gustó la figura del juez Instructor. Es el verdadero juez de garantías”.

En su curriculum profesional se incluyen unos 14 años de juez de enlace en Francia e Italia. Algunos de los que dicen conocerlo bien le definen como “una persona normal, alejada de la imagen de superjuez, que sobre todo le gusta ser amigo de sus amigos y que prefiere ponerse una vez rojo que 50 veces amarillo”.

*Publicado en el Diario de Las Palmas el 28 de febrero de 1998.

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