A punto de cumplir 83 años este 6 de abril, Ernesto Aparicio, reconocido por sus compañeros como el Gran Capitán de la mejor UD Las Palmas de la historia durante más de una década, falleció ayer tras ingresar en Urgencias de un centro hospitalario de la capital grancanaria. Se ha ido, para sorpresa de muchos, con la discreción que caracterizó toda su trayectoria personal y deportiva.
Amado Moreno
Su liderazgo como capitán del equipo amarillo fue siempre incuestionable. Hizo del pundonor en su grado máximo un lema y un ejemplo para todos. Dentro y fuera del terreno de juego.
Ese pundonor que precisamente hoy se echa de menos en las filas del club amarillo, condenándole previsiblemente un año más a seguir en Segunda, salvo que un milagro divino le permita optar al ansiado ascenso sumando las victorias necesarias desde el domingo ante el Oviedo hasta el final de la competición.
En este adiós a Ernesto Aparicio se agolpan los recuerdos. Ninguno de ellos amargo. El justo homenaje de que fue objeto tras su retirada, la UD Las Palmas se midió al prestigioso Liverpool.
Una despedida que le colmó de emoción y orgullo, tras doce temporadas con el escudo de los amarillos, y disputar casi 300 partidos oficiales desde su debut en diciembre de 1958 ante el Atlético de Madrid. Por suerte, jamás sufrió una lesión de gravedad en términos de fractura de hueso
Siempre con el dorsal 2 de lateral derecho en una cobertura completada con Castellano, Tonono y José Luis o Martín Marrero en su mejor etapa, por la segunda mitad de los años 60 del pasado siglo, Aparicio marcó a los mejores zurdos de la época: Gento (Real Madrid), Collar (Atlético de Madrid), Ré (Barcelona F.C.) Lapetra (Real Zaragoza), Rojo (Atl. Bilbao) y Boronat (Real Sociedad).
No salió airoso siempre en estos duelos individuales frente a unos futbolistas como éstos dotados de una indudable calidad técnica, además de aceptable condición física. Pero su pundonor sin desaliento compensaba sus limitaciones ante adversarios acreditados como geniales en su habilidad con el balón
A su ex compañero de equipo en la UD, Antonio Collar, le advirtió en una ocasión en tono bromista la víspera de un choque con el Atlético Madrid: “Puedes alertar a tu hermano Enrique – entonces gran extremo de los rojiblancos madrileños- que voy a por él. Lo voy a matar. No dejes de avisarle”.
Mantuvo una excelente relación con todos los entrenadores: Dauder, Molowny, Rosendo Hernández, Sinibaldi, Muñoz, Roque Olsen y Heriberto Herrera, particularmente con este último.
La mayoría de supervivientes de la plantilla capitaneada por Aparicio no escatima hoy palabras de gratitud para quien les aportó principios y valores de ejemplaridad durante los años que vistieron la camiseta amarilla. Humildad, honradez, tenacidad, entrega y caballerosidad, recuerda y le atribuye en este momento triste Germán Dévora, otro capitán inolvidable del equipo años después, tras los fallecimientos de Guedes y Tonono
En su adiós, oportuno resulta evocar y subrayar estas cualidades de Ernesto Aparicio, cualidades que parecen no conocer o no interesar a muchos de los que se dedican hoy al mismo oficio y con los mismos colores.
*Publicado en La Provincia el 5 de abril de 2019.