“Aunque de pequeño soñé con Sudamérica, he sido feliz trabajando treinta años en varios países de África”

“Parece mentira que Alemania se inspiró en nuestro modelo exitoso con la FP dual en Togo”

“Escandalizan los planes educativos diferentes y las variedades territoriales en España, con una EBAU de cachondeo”

“En Lomé conocí a un grupo de etarras deportados por Francia, uno de los cuales murió en extraña circunstancia”

“La Iglesia debe ponerse en manos de seglares o laicos, sin discriminación de la mujer”

“Los sacerdotes, aunque titulares de las parroquias, se ocuparían exclusivamente de la actividad sacramental”

Amado Moreno

“Los treinta años de trabajo en África me han parecido cortísimos. He sido muy feliz en este continente”, asegura el sacerdote y misionero salesiano Lucas Camino Navarro (Tejeda, junio 1948). Su confidencia se produce a pocos meses de cumplir cincuenta años de su ordenación en Las Palmas de Gran Canaria por el obispo José Antonio Infantes Florido, el 25 de diciembre de 1974. No obstante, eligió el templo de su pueblo natal durante el fin de semana para anticipar una ceremonia eucarística de tal conmemoración, rodeado de su familia y su gente.

Realizó sus estudios de Filosofía en Córdoba y los de Teología en la Cartuja de los Jesuitas en Granada, tras el noviciado en Cádiz y el bachiller en Guía de Gran Canaria. Obtuvo también el título de peritaje industrial en Málaga, requisito importante para desarrollar posteriormente su labor educativa en África durante tres décadas, destacando los diecisiete años en Togo (en dos etapas), nueve en Senegal, y cuatro entre Mali y Burkina Faso.

“Aunque soñaba de pequeño misionar como salesiano en Sudamérica, en el alto Orinoco, influido por mis muchas lecturas en el colegio guiense de mi infancia, lo cierto es que África no me defraudó como destino para mi trabajo. Me sentí realizado en un 200 por 100”, agrega hoy Lucas Camino al echar una mirada atrás y poner el foco especialmente en su labor educativa y de catequesis entre los años  1982 y 2012 en el vecino continente.

Lucas Camino Navarro en patio del colegio salesiano de la capital grancanaria

Lucas Camino Navarro en patio del colegio salesiano de la capital grancanaria

¿Cuál fue su principal descubrimiento en los países africanos? ¿Tuvo la sensación de chocar con otra civilización opuesta a la de la Europa cristiana?

En la lógica diaria por supuesto que hay gran diferencia en sus comportamientos. Pero al aprender su lengua me percaté de que su lógica está más correctamente de parte de la sencillez africana que de la complejidad del pensamiento europeo. A diferencia de nuestra tradición occidental que profundiza excesivamente en conflictos tensionados, el africano renuncia a sobredimensionar la discusión y opta por dar media vuelta. A la espera de que se rebaje la temperatura para reanudar luego el encuentro y lograr la conciliación. Lo describo así de manera simple para mejor comprensión de mi experiencia.

La avalancha de cayucos procedentes de África cargados de inmigrantes le pilla destinado hoy en los salesianos de Málaga. ¿Le sorprende esta explosión del fenómeno migratorio que castiga particularmente al Archipiélago Canario en este 2024?

Me sorprende un poco la dimensión numérica de arribadas, sobre todo la de los norteafricanos. La avalancha del África negra no me extraña demasiado. Comprendo la llegada de tantos cayucos  por la situación de miseria y extrema pobreza en su territorio y por el hambre. El  miedo a la violencia de una vida sin futuro explica el desbordado fenómeno migratorio. Paralelamente, las mafias han aprovechado la situación de necesidad para hacer su negocio. También es cierto que los gobiernos de los países emisores se sienten aliviados en el fondo con este éxodo masivo. Los que marchan son menos bocas a alimentar en sus lugares de origen. Además, piensan esos gobernantes que los que acaban en Europa abren pronto cuenta en un banco, cuyos ingresos revierten sin demasiada tardanza en sus parientes o naciones de las que salieron. Ha ocurrido y sigue ocurriendo con muchas familias africanas. En algunos casos, con un éxito  extraordinario. Conocí el caso concreto de un joven inmigrante, formado con nuestro modelo dual, desembarcó en Alemania, donde  empezó de barrendero a las puertas de una potente industria multinacional. Hoy es el delegado de seguridad de la misma para toda África. No es el único caso exitoso entre nuestros antiguos alumnos.

¿La ayuda de la UE con millones de euros a los gobiernos de esos países para frenar la inmigración es un método a mantener pese a revelarse insuficiente?

Como remedio paliativo es aceptable, pero evidentemente no es la fórmula adecuada que resuelva con garantías el fondo del problema.

CON ETARRAS DEPORTADOS EN LOMÉ

En Togo, independientemente de su trabajo misional, coincidió y compartió momentos en 1984 con un grupo de etarras deportados por Francia, que se alojaban en un hotel de Lomé, pagados por el Gobierno español. ¿Qué impresión le dejaron?

Los que conocí fueron amables conmigo. Percibí que era un grupo heterogéneo. Observé que había un líder casi indiscutible, por su indisimulada capacidad intelectual y fortaleza física, José Miguel Galdós Oronoz. Incluso fue entrenador del equipo nacional de rugby en Togo. Pero los deportados no conformaban un solo bloque. Hubo una aparente escisión a raíz de que Francisco Javier Alberdi Beristain, el mayor de todos a su 47 años, y también con cierto predicamento entre ellos, insinuó volver a España para acogerse a los resquicios legales que le permitirían integrarse de nuevo socialmente en su País Vasco. Su intención era rechazada por otros del grupo. Lo real es que Alberdi no tardó en fallecer en circunstancia extraña. Su cadáver fue descubierto completamente carbonizado en Lomé, según testimonios de la época.

¿Alguno le mostró arrepentimiento o pesar por crímenes que habían forzado su destierro a África?

De acuerdo con lo que escuché y leí entonces, el único etarra de los deportados que dio signos de intentar rectificar sería Alberdi. Inició  los trámites necesarios para acogerse a una amnistía o ley favorable en España que posibilitara su reinserción. Y en tal sentido fui testigo de que hizo un viaje de Lomé a París en el mismo avión que iba yo, pocas fechas antes de su muerte.

ÉXITO DEL MODELO DE LA FP DUAL

Tras décadas ejerciendo como docente, ¿qué opinión le sugiere la última reforma educativa en España?

Me escandalizan tantos planes diferentes, incluidas las variedades territoriales. La EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad) es un cachondeo. En cambio aprecio todo lo que pueda hacerse en el campo de la formación dual con las empresas en la FP. Parece mentira que en Togo empezó a inspirarse el modelo alemán de la formación dual que los salesianos ya habíamos puesto en práctica en Lomé, con el posterior reconocimiento del gobierno al cabo de los años. Contaba con nosotros como asesores y para todos los encuentros nacionales o internacionales que tuvieran que ver con nuestra exitosa experiencia. No sólo poníamos en valor la formación dual para la parte práctica, también concedíamos relevancia a la educación teórica en disciplinas como las matemáticas o cálculo, contabilidad, gestión financiera y los idiomas extranjeros como el francés y el inglés. Este otro apartado es tan imprescindible como la dualidad con las empresas. En núcleos periféricos de Lomé y Dákar fuimos más allá en nuestros objetivos con  poblaciones de más de veinte mil habitantes. Pusimos en marcha el sistema de microcréditos para jóvenes emprendedores cuando habían acabado la FP. Procurábamos comprometer la participación de familiares, vecinos y entidades locales en esta iniciativa, aunque no siempre se lograba con el nivel deseable.

¿Qué lugar desempeñaba la religión en aquellas sociedades africanas en las que desarrollaba su labor?

Un papel fundamental como elemento de cohesión social y familiar. Incluso las religiones tribales hacían su aportación en ese sentido. La religión representa para los africanos un verdadero refugio en medio de las duras dificultades para la mayoría de ellos. Muestran una fe profunda en el Dios único, aunque no necesariamente miran siempre  a Jesucristo como su referencia. Por consiguiente, no son difíciles las conversiones al cristianismo o al islam, con predominio del segundo.

¿Alarma en su colectivo la crisis de vocaciones? ¿Puede ser subsanada con el potencial de jóvenes africanos y sudamericanos, sumando avances de la Iglesia católica a la hora de ceder mayor protagonismo a la mujer y prescindir a la vez del celibato?

La alternativa potencial de africanos o sudamericanos no pasaría de constituir una respuesta coyuntural. No es la solución definitiva. La Iglesia debe ponerse en manos de seglares o laicos, hombres y mujeres, sin discriminación alguna. Estamos llegando al momento en que los párrocos deben ser seglares. Los sacerdotes, aunque titulares, habrían de ocuparse exclusivamente de la actividad sacramental o espiritual.

*Publicado en La Provincia el 16.09.24

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