Daniel Castilla, Norma Rivero y Guaci Acosta son tres canarios que decidieron un buen día enriquecer su experiencia personal con su integración en la ONG Vicente Ferrer en la India. El primero, arquitecto, continúa todavía en Anantapur, al sur del país (a 860 kilómetros de Bombay y 1.850 kilómetros de Nueva Delhi); las otras dos voluntarias, Norma, que ejerció de profesora de español, y Guaci, educadora de niños discapacitados, regresaron a Gran Canaria.

 
“El alcance de la labor de la Fundación Vicente Ferrer es inabarcable”, afirma Daniel Castilla, arquitecto por la Universidad de Múnich. “Lo más notable -agrega- es quizás la gran variedad de proyectos, desde ecología hasta sanidad, pasando por educación, mujer, personas con discapacidad, construcción de viviendas, hospitales y escuelas. Otras ONG se concentran en un solo ámbito, pero la Fundación Vicente Ferrer intenta ayudar a todos de distintas formas, fijándose en las necesidades diversas de la población y combinándolas”.

 

En su departamento trabaja con otro arquitecto de Barcelona y un aparejador de Madrid. “Nos dedicamos principalmente al diseño de nuevas edificaciones y ampliaciones y al control de las obras consiguientes -explica-. En su mayoría son hospitales, escuelas, residencias y pequeños edificios. Del control de presupuesto y del cálculo de estructuras se ocupa otro departamento de ingeniería formado por personal local muy bien preparado. Aquí la mayoría de los trabajadores son indios”.

Una veintena de voluntarios españoles y más de 1.800 nativos trabajan para la Fundación Vicente Ferrer, todos ellos comprometidos con el cambio de su entorno. “La colaboración española hace que este proyecto sea inmenso y esté cambiando la vida de millones de personas que no tenían ninguna oportunidad -resalta este arquitecto canario-. Lo más interesante de mi trabajo es el trato con todos los implicados en la obra y los procesos asociados, que difieren bastante de lo que estamos acostumbrados en los países desarrollados”.

La crisis económica y su incidencia negativa en la actividad profesional de la Arquitectura empujó a Daniel Castilla a ofrecerse a la ONG Vicente Ferrer, tras obtener su título en la Universidad de Múnich, el año pasado. Opina que “las situaciones complicadas sólo pueden traer mejores oportunidades a aquellos con ganas de encontrarlas. Es así cómo decidí buscar puestos de voluntario en ONG, principalmente del continente asiático, fuente de las culturas que más me fascinan. Mi prima, Eva Castilla, ya había realizado un voluntariado en la Fundación Vicente Ferrer. Por tanto, yo sabía de primera mano que esta ONG era de mucho peso y tradición y bajo la mano de un hombre increíble como Vicente, tristemente recién fallecido”.

Sin embargo, la crisis económica internacional no tiene incidencia en el área de trabajo de este arquitecto canario en la India. “Actuamos en una zona interior muy rural, bastante desligada de la economía mundial. El consumismo no existe. La mayoría carece de ahorros para ingresar en un banco. Se vive el día a día. A pesar de que la crisis puede haber afectado a las grandes ciudades con proyección internacional, en este entorno que trabajamos no se nota”.

El ruido, la suciedad, los contrastes, los colores y olores y el caos de la India impactaron a Daniel Castilla, tras su llegada al país asiático para trabajar con la ONG española. “También me impresionó mucho contemplar las vacas sagradas, un cliché bien conocido, y los cerdos vagando de forma natural junto a las multitudes y el tráfico rodado”.

Al hacer balance de su experiencia, advierte que “es imposible encontrar la forma ideal de ayudar a todos los necesitados. En muchos casos no hay unos valores absolutos. Hay aspectos que para una sociedad funcionan mejor que para otra. Por ejemplo, para la sociedad occidental el matrimonio concertado es en la actualidad algo impensable porque no se amolda a nuestra visión de la vida. Sin embargo, en la India, según el modelo social y familiar que tienen, el matrimonio concertado hace que la sociedad funcione. Es evidente que cada modelo tiene sus pros y sus contras dentro del conjunto de reglas sociales establecidas. Es por ello que no hay que intentar cambiar la sociedad como tal, sino tratar de conseguir para todos los mismos derechos, erradicando las desigualdades sociales y, finalmente, la pobreza”.

En síntesis, Daniel Castilla confiesa que es positiva la experiencia de trabajo que desarrolla en la India. “¿Si ha cambiado mi visión de la vida? Yo respondería que a nivel personal me ha ido fortaleciendo y enriqueciendo. Mi estancia en la Fundación Vicente Ferrer no ha cambiado en gran medida la visión general que yo tenía de la vida, pero sí que me ha ayudado a seguir progresando en mi camino interior”.

Revela que lo más difícil de sobrellevar para él es el lento ritmo de la población en su quehacer diario. “Estoy acostumbrado a rendir al completo durante mis horas de trabajo y a disfrutar en consecuencia de mi tiempo libre. En cambio aquí se trabaja de lunes a sábado, pero de una forma más pausada. Al final tiene uno la impresión de rendir menos y, a la vez, de disponer de escaso tiempo para el ocio o descanso”.

Por su parte, Norma Rivero, desde el pasado mes de febrero y durante cinco meses ejerció de profesora de castellano con trabajadores de la Fundación Vicente Ferrer y como colaboradora en la Oficina de Apadrinamiento para la traducción de correspondencia, apoyando al mismo tiempo a los más de 60 traductores que trabajan en el centro.

Tras estudiar en el Colegio Alemán de Las Palmas se trasladó a a Boston (Estados Unidos), donde cursó cine y comunicación en Emerson Collage. En Madrid hizo posteriormente un máster en gestión de empresas audiovisuales con la Media Business School. Después de breves experiencias laborales en algunas cadenas televisivas (Antena 3, entre otras) y en Estée Lauder Companies en Londres, decidió afrontar el reto de la Fundación Vicente Ferrer en la India.

“De la labor de la ONG de Vicente hay que destacar todos los pilares de su actuación”, opina Norma Rivero. Cita entre otros fundamentos las acciones en “la ecología, la educación, la sanidad, el apoyo a la mujer y la vivienda. En definitiva, todo lo que es sinónimo de desarrollo. Yo aprovecho esta oportunidad para animar a mis paisanos canarios a que respalden la actividad de la Fundación Vicente Ferrer; que no duden en colaborar. Si no pueden ir voluntarios a la India, apadrinen un niño. Cualquier acto de solidaridad por su parte, cualquier ayuda, incluso la más pequeña, favorece un cambio de progreso y de concienciación ciudadana solidaria”.

Aprecia de la India principalmente “la fuerza y la alegría de su gente, sus colores, sus sonrisas… Occidente puede aprender de la cultura y de los valores arraigados en la sociedad hindú, poniendo su acento en el desarrollo sostenible y en los recursos renovables, por los que apostó Vicente Ferrer desde el comienzo de su labor. Si se ha podido reforestar el desierto en Andra Pradesh, ¿por qué no se puede hacer lo mismo en zonas similares de África o de otros continentes del mundo?”.

Norma Rivero considera que la oscarizada película Slumdog millionaire ilustra bastante la realidad de la India. “Aunque el filme se sitúa en una ciudad muy grande del norte del país y la labor de la Fundación Vicente Ferrer se desarrolla en el sur, que es muy diferente, es un documento que refleja perfectamente la pobreza y situación general”, subraya con cierto énfasis.
Lo peor de la experiencia como voluntaria de esta canaria fueron sus altibajos de salud a partir del segundo mes, circunstancia que la llevó a ingresar en un hospital a causa de una gastroenteritis. Como el resto de sus compañeros de la misma nacionalidad, confiesa también que echaba de menos la cocina española.

A modo de resumen, valora muy positivamente sus meses de trabajo con la ONG Vicente Ferrer en estos últimos meses. “La experiencia me ha ratificado que todo es posible. Todos podemos ayudar y erradicar la pobreza si nos fijamos alcanzar esa meta con la necesaria fuerza de voluntad”, concluye.


REPORTAJE DE AMADO MORENO PUBLICADO EN LA PROVINCIA / DLP EL 05.07.09


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