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– Estado deplorable del antiguo Colegio María Auxiliadora, una joya arquitectónica que ha derivado en palomar, con defecaciones de las aves por galerías y rincones, añadidas a desechos de todo tipo

– Las naves levantadas en el patio del centro para depósito y taller de vehículos de carga municipales son horrorosos pastiches que acentúan la penosa imagen de un inmueble que antaño era orgullo de la ciudad

– El edificio, de estilo neocanario, fue diseñado por el arquitecto Fermín Suárez Valido en 1946 a iniciativa de la fundadora y donante Eusebia de Armas Almeida, viuda de un general de la Guardia Civil, muerto en la guerra del 36

Amado Moreno

La sede del colegio María Auxiliadora de Guía, regido por los religiosos salesianos durante su periodo más esplendoroso, se degrada inexorablemente ante la pasividad institucional y la indiferencia de la ciudadanía. Se consiente su erosión pese a no tratarse de un edificio cualquiera o vulgar. Construido a partir del año 1946 por el arquitecto Fermín Suárez Valido con exquisito gusto y estilo denominado “neocanario” para exclusivo uso docente, hoy languidece de modo muy penoso. Se ha convertido en un inmenso palomar incontrolado. Los excrementos de las aves se han adueñado de la mayor parte de sus rincones y los interiores de sus galerías abiertas. Proliferan la suciedad, el polvo y los desechos de todo tipo entre sus paredes, desconchadas la mayor parte de estas. Una muestra evidente de ausencia de trabajos de mantenimiento en las últimas décadas, y el reflejo igualmente de una absoluta insensibilidad con su valor patrimonial y afectivo para el municipio guiense.

El estado deplorable del edificio es un ultraje a la memoria de su fundadora y donante, Eusebia de Armas Almeida, cuyos restos descansan con los de su esposo (un general de la Guardia Civil, muerto durante la guerra del 36), en una cripta bajo la iglesia del centro, cerrada a cal y canto desde el despido salesiano en 1971. Aunque el retrato de ella ocupa un lugar destacado en el salón de plenos del ayuntamiento norteño en reconocimiento a sus méritos altruistas con la ciudad, su histórico legado presenta claros síntomas de injusto abandono y profanación. Ni el recuerdo de 16 promociones de estudiantes de toda la isla que pasaron por las aulas del centro en la etapa salesiana (1955-1971), y otras de alumnos de EGB y de FP en otra posterior, han animado a rescatar de la desidia el emblemático edificio, cuya protección institucional se ha quedado en papel mojado.

Las responsabilidades sobre el deterioro del edificio y su entorno apuntan en desigual proporción a dos entes: el Obispado de Canarias, como titular y beneficiario del testamento de Eusebia de Armas Almeida, y el ayuntamiento de Guía, arrendatario de las instalaciones. El inquilino ha reconvertido el patio del centro en depósito y taller de vehículos suyos, sin la menor correspondencia estética con la arquitectura excepcional del edificio.

Las improvisadas naves municipales constituyen un atentado inequívoco a la obra de Fermín Suárez Valido. Horrorosos pastiches que no solo rebajan o dañan la imagen y armonía del inmueble. Significan, además, un desprecio al celo con que la fundadora vigiló en su momento a pie de obra la construcción, junto al arquitecto, para que se respetara el proyecto original, y utilizaran los materiales de mayor calidad, conforme a su expreso deseo personal. Esto explica que la sólida obra haya resistido el paso del tiempo, pese al olvido de quienes tenían que velar por su conservación en todas las circunstancias.

Integrados hoy en el uso del mismo, junto a la destartalada infraestructura municipal, funciona bajo mínimos una modesta escuela de carpintería con apenas media docena de alumnos con dispacidad apoyados por una asociación, y, en otra dependencia de la planta más alta, una emisora de radio local. Todos ellos rodeados a diario por las defecaciones de las innumerables palomas. Con frecuencia se ven obligados a retirar algunos ejemplares moribundos cuando acuden a primera hora a sus actividades.

No es difícil imaginar el posible estupor de Eusebia de Armas Almeida si levantara hoy la cabeza para contemplar el lamentable estado en que se halla este legado que ella mimó tanto en vida para beneficio de los estratos sociales más humildes de la población. Como creyente católica que era, fe rubricada incluso en su testamento, ella no solo compartiría que “la Iglesia es infinita”, afirmación literal y contundente de un contrariado relevante cargo eclesiástico a la hora de replicar a un alcalde guiense, cuando éste reivindicó mayores réditos para Guía, mediante una administración óptima del patrimonio de la fundadora. Quizás, Eusebia de Armas hoy aprovecharía también para exigir una reparación del daño que se ha infligido a su herencia en detrimento de los excluidos socialmente que debían haberse favorecido de la misma, y conforme a su voluntad.

A juicio de algunos, la supuesta dilapidación de la fortuna y el patrimonio legados por ella es el resultado de una gestión al menos discutible y lesiva para los nobles fines que siempre persiguió y orientó la desaparecida dama. En todo caso, rectificar y definir un futuro mejor que esta realidad desalentadora se imponen con urgencia en el ámbito de las instituciones implicadas.

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De izquierda a derecha: el párroco Sorocco Lantigua, el exalcalde de Guía Juan García Mateos, doña Eusebia de Armas Almeida, y los párrocos Guillermo Navarro y Bruno Quintana

Testamento de la fundadora

  • En relación con el Colegio María Auxiliadora de Guía, el 15 de mayo de 1954 doña Eusebia de Armas Almeida dejó establecidas en su testamento ante el notario de Las Palmas de Gran Canaria, Manuel Baraibar Arrarás, las siguientes cláusulas:*Legar la totalidad de los bienes de todas clases, derechos, títulos y acciones que posea al tiempo de su fallecimiento, a la diócesis de Canarias para que el Obispo, o quien canónicamente le sustituya, los administre, con amplias facultades y con sus productos, rentas, beneficios, después de atender sus gastos de entretenimiento y de administración, los destine al sostenimiento de un colegio regido por religiosos salesianos o, en su defecto, por cualquier otra comunidad religiosa.*Ordena que se sostengan veinte alumnos pobres en régimen de internado, y el máximo posible de externos; y ello mediante las condiciones tanto económicas como de otro orden, que se pacten con la citada congregación.*Si en algún momento no pudieran ir religiosos sacerdotes a regir dicho colegio, el Obispo podrá designar a otras personas, eclesiásticas o seglares, que bajo su inspección rijan y gobiernen el Colegio.*Si por cualquier circunstancia surgiere la necesidad o conveniencia de vender, permutar o cualquier forma enajenar cualquiera de las propiedades, derechos y acciones transmitidos por este testamento, podrá hacerlo, pero el producto que se obtenga habrá de destinarse a los fines docentes indicados.La aceptación de esta herencia y adjudicación de los bienes a la Diócesis fue cumplimentada el 13 de julio de 1961 ante el Notario de Santa María de Guía, Bonifacio Martín Ferrera

La arquitectura avaló el doctorado de Suárez Valido

  • El edificio, construido sobre una superficie total de 5.171.000 metros cuadrados, de los que 1.317corresponden estrictamente al inmueble, fue ordenado levantar por Eusebia de Armas Almeida con su correspondiente aportación presupuestaria inicial de dos millones y medio de las antiguas pesetas en el año 1945 para uso posterior de la congregación salesiana. La obra arquitectónica llevó el sello personal e inconfundible de Fermín Suárez Valido, encargado del proyecto. “Es un ejemplo relevante de la utilización del estilo que hemos dado en denominar neocanario ya que presenta con profusión todos los elementos constituyentes del mismo en cantidad y calidad elevada”, destaca Luis Doreste Chirino, un estudioso a fondo de la producción del mismo arquitecto.
  • Tanto este experto como otros colegas suyos coinciden en llamar la atención sobre la multitud de usos concurrentes con los que fue concebido el proyecto. Presenta una perfecta conexión y armonía arquitectónica, visual y práctica, previendo la actividad educativa (aulas, talleres, teatro, cine, biblioteca, etc.), sumada a la lúdica (salas de juego y patio de recreo), residencial (dormitorios, baños, cocinas), y religioso, con su capilla o iglesia, y una cripta para la fundadora y su familia. Todo este conjunto quedó adecuadamente insertado en espacios de vegetación o jardinería con una pequeña fuente en su fachada principal de acceso, hoy mitad destrozada y convertida en un seco depósito, víctima también del abandono. Sostiene Luis Doreste Chirino que “la forma de afrontar la compleja y diversa problemática de la construcción es característica en esta obra mediante claras yuxtaposiciones, adiciones lineales y en las superficies“. Fue precisamente este magno proyecto el elegido en el año 1969 por Fermín Suárez Valido para acceder con éxito al grado de doctor arquitecto.

 NOTA.- Publicado en La Provincia el 30.10.16


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