Guillermo Navarro González  //

El 24 de Julio de 1955 se abrió la Casa Salesiana de Guía, en el Norte de Gran Canaria. A las 11 de la mañana tuve el privilegio de oficiar una misa en la parroquia de la ciudad guiense. Al término de la ceremonia religiosa se puso en marcha una procesión con la imagen de la Virgen María Auxiliadora, desde el templo parroquial al nuevo Colegio, ubicado a la orilla de la carretera que une el casco urbano con el barrio de La Atalaya. Presidían el cortejo procesional el cura-párroco, don Bruno Quintana; el alcalde, don Juan García Mateo; el titular de la basílica de Teror, monseñor Antonio Socorro Lantigua; la fundadora, doña Eusebia de Armas, y yo como representante de la comunidad salesiana de nuestro fundador, Don Bosco.

Es obvio señalar hoy que la Fundación del centro inaugurado entonces en Guía era una obra muy querida de doña Eusebia de Armas Almeida, viuda de un general, don Ignacio López de Ogayar, muerto en la guerra civil del año 1936. Ella creó la entidad fundacional con todos sus bienes, tras carecer de herederos directos.

Sucedió luego que a principios de agosto del mismo año 1955 la generosa dama guiense sufrió una hemiplegia y perdió el habla. Con esa limitación vivió cinco años, muriendo el 28 de Agosto de 1960 en su domicilio de Guía, donde tenía una empleada doméstica natural de Artenara, por cierto con una fuerte y sorprendente influencia, según constaté en diversas ocasiones.

Los bienes de doña Eusebia de Armas Almeida eran, entre otros, el colegio, cuya construcción vigiló con un celo extraordinario a pie de obra para que no la engañaran con los materiales; fincas, acciones de agua, su casa, sita en la calle Pérez Galdós nº 1 (antiguamente calle de Enmedio), sus joyas, acciones en Iberduero, etc. Nos comunicó su voluntad de legarlo todo a la Congregación Salesiana. Después lo consultó con su abogado, don Antonio Limiñana, que lo era también de la Diócesis de Canarias. Éste consiguió disuadirla: “No, no entregue usted la propiedad a los salesianos que luego viene otro Mendizábal  que, como en el año 1835, desamortizó los bienes de las órdenes religiosas. Doña Eusebia deje usted la propiedad a la Diócesis, y esta designará un administrador, de modo que todo lo que rente será para el sostenimiento de su colegio”, argumentó el letrado con insistencia.

Logró hacerla cambiar de opinión. Transcurrido un tiempo después el mismo abogado asume la administración. Abonaba 125 pesetas mensuales al director del centro salesiano recién abierto; otras 100 pesetas a  cada uno de los religiosos docentes, y 25 pesetas por cada uno de los 20 becarios de la Fundación.

Las dificultades y estrecheces surgidas para cumplir adecuadamente con los objetivos del centro como añoraba doña Eusebia de Armas Almeida no tardaron en aparecer. Los Salesianos pidieron entonces al obispo de la época, monseñor Antonio Pildain y Zapiain, la cesión de la administración de los bienes. Se le avisó de que era imposible sobrevivir en aquellas condiciones de penuria económica a la que estaba sometida la orden religiosa por la administración del letrado de la diócesis.

Cabe recordar también que los salesianos habían abierto el colegio sin unas bases contractuales de funcionamiento entre la Diócesis,  propietaria de la Fundación, y la congregación, sin las cuales el Provincial salesiano no podía erigir canónicamente la comunidad.

Itinerario de un conflicto

La Casa de Guia siguió adelante sin bases contractuales funcionando como internado, externado e iglesia pública. En el curso 1958-59, siendo director don Modesto Cabano, había empezado a funcionar como aspirantado de vocaciones canarias.

En diciembre del año 1960  el Provincial, don José Doblado del Pino, delegó en  el director de Las Palmas, don Luis Hernández Casado, para arbitrar con el Sr. Obispo unas cláusula contractuales a fin de poder erigir canónicamente la comunidad de Guía. La gestión fue un fracaso. No se alcanzó ningún entendimiento.

En abril de 1962, tras una entrevista entre moseñor Pildain, y el Provincial, don Agustin Benito, hubo acuerdo de las partes para unos considerandos a modo de bases, ante la imposibilidad de suscribir unas que fuesen definitivas. Como el legado se había hecho a la Diócesis ésta era la que tenía que correr con los gastos de los 20 becarios: alojamiento, libros, matrícula, médico, farmacia, aseo y otros gastos extraordinarios. Y la institución diocesana daría a los salesianos 400.000 pesetas anuales.

En enero de 1966 se había conseguido del Ministerio de Educación y Ciencia que el colegio fuera una Escuela-Hogar para 80 alumnos dependientes del MEC. La pretendida labor era muy salesiana por estar orientada a niños pobres de los barrio más alejados y en consonancia con el ideario de doña Eusebia. No en vano ésta había promovido la Fundación y un colegio para los niños menos pudientes. La autoridad episcopal se opuso incomprensiblemente y tuvimos que renunciar al proyecto. Ese mismo año de 1966 se jubila monseñor Pildain y se espera al nuevo obispo. Sin embargo, sucedió igual con su sucesor, monseñor José Antonio Infantes Florido, al reiterar la negativa de la Diócesis.

Desenlace forzado del conflicto

Los salesianos acabaron tirando la toalla y retirándose definitivamente del colegio de Guía en agosto del año 1971, siendo director don Modesto Cabano.  En resumen, tras 16 años, 16 promociones de alumnos entre los que figuran dos sacerdotes de la misma orden,  el guiense Gilberto González Díaz, hoy misionero en Paraguay, y el tejedense Lucas Canino Navarro, hoy párroco en San José del Valle-Cádiz, después de un largo periplo por misiones en Africa y responsabilidades en Córdoba y Madrid.

Hubieron tres directores, don Angel Carretero, don Modesto Cabano Domínguez y don Luis Hernández y Hernández. Con ellos trabajaron los siguientes salesianos: Antonio Guzmán Venegas, Fernando Díaz León, Antonio Polonio Córdoba, Eulogio  Domínguez de la Nuez, José Valencia, Marcelino Carreto Carretero, Rafael Macías, Antonio Ponferrada,  Domiciano  Baz, José A. Romero Navarro, Leopoldo García Vázquez, Antonio Ferrete, Manuel Prol, Daniel Simois Araujo, Adolfo Martínez, Salvador Morilla, Antonio Hernández, José María Martín Flores, José Pérez Rosales, Manuel Alonso Freire y José Antonio Armas García.

Poco tiempo más tarde de la renuncia salesiana, curiosamente la Diócesis  arrendó lo que había sido Colegio Salesiano al Ministerio de Educación para una Escuela Profesional, luego una EGB, culminando en la actualidad como Depósito Municipal

Conclusión: en rigor parece haberse cumplido sólo un deseo de la inolvidable benefactora, doña Eusebia de Armas Almeida, el de reposar ella para siempre en la cripta situada debajo del sagrario de la iglesia de María Auxiliadora guiense. Es donde descansan sus restos y los de su marido, don Ignacio López de Ogaya, junto a una tercera tumba de otros familiares.

*Guillermo Navarro González, sacerdote y profesor salesiano, natural de Tejeda. Tiene 90 años y fue protagonista de la apertura del Colegio Salesiano de Guía, con doña Eusebia de Armas Almeida, en julio de 1955.

NOTA.- Publicado en La Provincia el 301016.

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