El club amarillo aprueba un presupuesto de casi 10 millones de euros. Por Amado Moreno

En un pispás, la UD Las Palmas liquidó el jueves sus juntas generales ordinaria y extraordinaria y dio luz verde a un presupuesto de casi diez millones de euros (unos 1.600 millones de las antiguas pesetas) para la temporada iniciada. La aprobación de este presupuesto récord en la historia del club amarillo apenas necesitó nueve minutos. Ninguna oposición, ninguna objeción a las propuestas sometidas a la consideración de los accionistas presentes en el salón de actos de los Salesianos de la capital grancanaria.  Las cuentas entregadas por escrito a los accionistas están avaladas por un auditor. No faltarán los aguafiestas de turno para cuestionarlas y sembrar sospechas de ingeniería financiera, poniendo en duda su rigor y señalando opacidades en algún capítulo de gastos de personal.


En parte es comprensible la ausencia de oposición accionarial a Miguel Ángel Ramírez, cuya gestión al frente de la UD Las Palmas es oportuno reconocer que ofrece un saldo positivo, en términos globales, desde que rescató al equipo del “infierno” de la Segunda B. Antes había abortado su desaparición con la ayuda imprescindible, tosca pero efectiva, del entonces juez Cobo Plana, abogado hoy con el que ha vuelto a reconciliarse, después de un periodo de distanciamiento. Pese a ello, sorprende que el manejo de un presupuesto de la envergadura del aludido, no suscitara preguntas. Provoca cierta perplejidad que ninguno de los presentes en esta sesión solicitara explicaciones sobre el relevo reciente del técnico Juan Manuel Rodríguez, proceso realizado con unas connotaciones (el plante de los futbolistas) absolutamente inusuales.

La opinión pública, esa masa social que sigue fiel a la UD Las Palmas dentro y fuera del Estadio Gran Canaria, confiaba en un mayor nivel participativo de los asistentes a estas juntas generales del club amarillo. No esperaba ni deseaba convertirlo en un acto lapidario contra Ramírez -que, obviamente, éste no merece- pero sí aguardaba, al menos, un ejercicio de crítica constructiva, de debate en los ámbitos económico y deportivo.

No estaba fuera de lugar pedir explicaciones sobre los criterios que se manejan con prioridad en la gestión.

En el terreno estrictamente deportivo hay nebulosas que no se despejaron. La supuesta inclinación por determinado representante para las contrataciones de fichajes foráneos, o la persistente visualización del director deportivo en las inmediaciones de la cancha de entrenamiento, cuando no en el palco durante los partidos oficiales, en detrimento de su presencia en esos otros campos de Dios del fútbol regional para avizorar valores de la cantera, susceptibles de incorporar a la UD Las Palmas.

Ciertamente el modus operandi, que deposita preferentemente la confianza en vídeos e informaciones interesadas de terceros es más cómodo para quien lo asume, pero no más rentable para las arcas de este club, que hizo de la cantera su “santo y seña” para deslumbrar a España con su fútbol en otra época. Y en Primera División.

Algunas cosas han cambiando desde entonces, principalmente en materia de preparación, con mayor acento en la condición física, y en materia de relaciones laborales, determinadas ahora por un mercantilismo chocante con el ideario deportivo. Pero la fertilidad de la cantera canaria sigue bien viva. Falta que la quieran ver los que tienen que verla. Lástima que los accionistas de la UD Las Palmas no suscitaran alguna interrogante al respecto. El ambiente navideño les anestesió.

Amado Moreno
20 de diciembre de 2008.