Tonono, Germán y León eran sus candidatos para la secretaría técnica y el banquillo de entrenador

Parecía tener muy claro que no orientaría su futuro como preparador cuando colgara las botas

Barcelona y Atlético Madrid fracasaron en su intento de ficharlo en varias ocasiones

Había compañeros que le trataban de “usted” por el respeto que imponía su arrolladora  personalidad

Trona, alternativa al “Mariscal” amarillo

“Sigo esperando por un futbolista con la precisión de un pase lineal de cuarenta metros como él”

Germán, máximo goleador de la UD

“En determinado momento pensamos que superaría la grave enfermedad que sufría”

Castellano, pareja en la medular

“Fue un líder indiscutible pero humilde y con una autoridad moral incuestionable en la plantilla”

Marcelino, delantero de los “Cinco Magníficos”

“Era un jugador de talla mundial que no fue internacional más veces porque no había tantos partidos como hoy”

Amado Moreno

Pocos años antes de su fallecimiento,  y  cuando el cáncer de estómago aún no le había sido diagnosticado, Juan Guedes (1942) ya hacía cábalas sobre su futuro, una vez colgara las botas. Rechazaba la posibilidad  de convertirse en entrenador. Sin embargo, empezó a acariciar la idea de convertirse en presidente de la UD Las Palmas. Y en su proyecto de organigrama tenía la certeza de tres nombres de compañeros de equipo con los que empatizaba particularmente por talento futbolístico y mutua lealtad: Tonono  (con el que compartía habitación en las concentraciones), Germán y León. Los tres debían repartirse las funciones en la secretaría técnica y como entrenador.

El carismático líder de aquella UD de los años 60 del pasado siglo confesaba este propósito en uno de sus momentos de relax, a menudo en la terraza del antiguo hotel Palace (después Casa del Marino) en torno a una cerveza con amigos y compañeros de máxima confianza, tras el entrenamiento en el Estadio Insular.  “Sueño con disfrutar también de los partidos fumando un puro en el palco, como hace hoy nuestro presidente don Juan Trujillo. Entrenador no quiero ser, pero sí dirigente del club”,  apostillaba con una ironía desprovista de toda agresividad o afán de desalojar del cargo al mandatario de entonces, al que tenía en estima.

No pudo cumplir su sueño. La enfermedad cortó bruscamente su carrera deportiva y su vida (9 de marzo de 1971), que pudo haber sido distinta años antes de no haber fracasado en su fichaje el Barcelona y el Atlético Madrid, en diferentes ocasiones. Con pragmatismo y cierta esperanza afrontó  su salud quebrantada con la misma reciedumbre que había mostrado en el terreno de juego, aunque cada vez más debilitado físicamente.

Cincuenta años después, Felipe Ojeda (1949), conocido como Trona (nominado para suceder en la UD a Guedes por su similar estatura 1.89,  y  técnica futbolística), citado por Kubala en dos oportunidades para la selección española,  se emociona todavía hoy evocando la agónica cuenta atrás del gran capitán de la UD Las Palmas, postrado aquellos días de marzo de 1971 en la cama de una clínica de la capital grancanaria. “Era evidente que se apagaba paulatinamente. Pero él lo aceptaba con una tremenda entereza, lucidez, serenidad y una fe que me parecía espiritual” asegura. Trona compraba  unas naranjas cada mañana en un súper cercano y se presentaba en la habitación del enfermo para servirle un zumo.

MADERA DE LIDER

Su cercanía a Guedes  (la misma que a Tonono) estaba sellada en lo humano y profesional desde que dio el salto a la UD Las Palmas: “Me consideraba el niño bonito de los dos. Me ayudaron mucho con sabios consejos, y yo les profesaba una gran admiración. Ambos eran sensibles para respaldar a los jóvenes que pasaban de la cantera al primer equipo”, explica Trona.  En su relato avala la personalidad aplastante de Guedes puntualizando  que muchos compañeros -no sólo los noveles-, le trataban de “usted”,  en señal de profundo respeto -no de sumisión- que él se había ganado como espejo profesional y persona solidaria. Ofrece un contundente ejemplo. La UD Las Palmas pagaba 12.000 pesetas a los futbolistas solteros del primer equipo, y 20.000 a los casados, mientras que a los recién ingresados del filial u otro equipo de categoría inferior abonaba 4.900 pesetas; solo si jugaban al menos diez partidos recibirían una cantidad extra de 50.000 pesetas. Expuesto el agravio a Guedes por Trona, que se había convertido momentáneamente en portavoz de los canteranos, sobró tiempo al capitán de la UD para comparecer  en la sede del club en Pío XII y subir raudo a la primera planta donde estaba el despacho del gerente, Jesús García Panasco. Le demandó con firmeza y éxito la equiparación salarial de los últimos incorporados del conjunto filial. “Dile a tus compañeros que cobrarán igual”,  respondió de inmediato la gerencia a Guedes.  El resultado  constituyó una prueba más del peso y liderazgo que ejercía el “6” amarillo en el equipo y en las esferas directivas de la entidad. Era de las pocas personas que tuvo siempre hilo directo, sin filtros, para hablar con el gerente o acceder a su oficina, privilegio vedado al resto de la plantilla.

Trona coincide con la mayor parte de las opiniones que destacan la pierna izquierda prodigiosa de Guedes para efectuar un pase lineal de cuarenta metros. “Sigo esperando por un futbolista en Primera División capaz de repetir su precisión en el pase del balón con la zurda en tantos metros”, declara. Poseía otras habilidades  no menores: “Le encantaba triangular cerca del área. Era un portento, con una personalidad arrolladora. Dos gritos suyos surtían más efecto que veinte de otro compañero o del entrenador. Llenaba el campo con mucha facilidad y eficacia,  sin necesidad de correr tanto como hacían otros para colocar el balón al delantero más avanzado. No bajaba nunca su rendimiento en campos foráneos,  a diferencia de otros jugadores. Tenía un estilo personal en el tiro de las faltas de costado. Lanzaba raso y junto al poste”, detalla Trona.

Tampoco olvida cierto ritual de Guedes en el vestuario a la hora de enfundarse el equipaje deportivo para salir al terreno de juego.  Primero quitaba los zapatos, los calcetines, después el pantalón y el slip. Se colocaba seguidamente el meyba azul, vendaba sus piernas (si procedía), y ponía las medias. A continuación se quitaba la chaqueta, la corbata y la camisa, y por último  ponía la camiseta amarilla y  las botas.  Hábito singular el suyo al cambiar la ropa de calle por la indumentaria futbolística.

PIEZA FUNDAMENTAL DE LA MEJOR UD

Por lo que significó para la mejor UD Las Palmas de la historia, de la que sería pieza fundamental, por su  pundonor en la cancha, calidad humana fuera del terreno de juego, y por su compromiso con causas benéficas, medio siglo después de su desaparición Guedes  perdura en la memoria de todos, aún más en la de aquellos con los que convivió deportivamente.

Es el caso de su compañero Germán Dévora (1943), máximo “artillero” del conjunto amarillo con 119 goles en más de 400 partidos. Juntos anotaron más triunfos que derrotas durante una década. “Tengo hoy presente a todos los que se han ido –afirma-, pero especialmente a Guedes. Era como de la familia y fue el primero en marcharse. No voy a olvidarle nunca. En determinado momento pensamos que superaría el bache de su grave enfermedad. Desgraciadamente esta acabó llevándolo. Poco o nada nuevo cabe añadir a todo lo que se ha escrito o dicho por lo grande que era como futbolista y como persona. Ninguna exageración”

Entre las mayores satisfacciones deportivas y personales celebradas juntos menciona una gran actuación de Guedes el 19 de enero de 1969 en el Nou Camp ante 80.000 espectadores. Los amarillos se impusieron 1-2 con goles del propio Germán y de Niz  al Barça de los Sadurní, Gallego, Pereda, Zaldúa, Rifé y el tinerfeño Juanito. La UD opuso el “once” integrado por Oregui; Martín Marrero, Tonono, José Luis; Castellano, Guedes; José Juan, Giberto II, Niz, Germán y Gilberto I. Todos canarios, excepto el portero de origen vasco. “En aquella ocasión, como en muchas otras, Guedes se hizo dueño y señor del centro del campo en el Nou Camp y fue clave para la victoria de nuestro equipo”, sentencia Germán.

Por su parte, Paco Castellano (1944), el jugador con más partidos (425) en Primera División con la UD Las Palmas (además de ocho en competición europea),  reconoce que efectivamente Juan Guedes era “un líder indiscutible para todos nosotros, pero humilde. No avasallaba, ni era prepotente. Por estas y otras cualidades deportivas gozaba de una autoridad moral incuestionable sobre la  plantilla”. No olvida una experiencia personal. Sus dificultades económicas para afrontar las letras del piso de 120 metros cuadrados adquirido en la calle Tomás Morales, todavía hoy su vivienda, y las de un coche Opel. “Tendrá que vender una de las dos cosas para poder pagar la otra”, le sugeriría García Panasco cuando acudió a pedirle ayuda extra. Enterado de la inhibición  del club ante el problema de su compañero,  Guedes medió en el asunto sin nadie solicitarlo,  y obtuvo de la entidad el dinero que requería  Castellano para afrontar la urgencia de ambas inversiones.

ROMPE LA CHAQUETILLA DEL ÁRBITRO

No menos memorable que el duelo recordado por Germán en el Nou Camp sería el choque de la UD con el Real Madrid en un “Bernabéu” a reventar de público,  disputado el 20 de abril de 1968, penúltima jornada de la Liga, con Guedes en su máximo nivel de rendimiento, al igual que todo el equipo amarillo.  La UD Las Palmas,  distaba sólo dos puntos del equipo “merengue” en cabeza, y de ganar alcanzaba el liderato para recibir en el Estadio Insular al Valencia en la última jornada. El cuadro canario perdió, pero causando sensación con su juego. Tras igualar  Castellano con un trallazo de falta el marcador inaugurado por Velázquez, un fallo posterior del árbitro Zariquiegui inclinó la victoria para el Real Madrid concediendo un gol de Pirri en claro fuera de juego en el minuto 77. Con los nervios a flor de piel  el once isleño por el atropello, el árbitro deja también inferioridad numérica a la UD Las Palmas minutos después expulsando a Gilberto II por una fea entrada a Zoco.

Termina el encuentro y el túnel de vestuarios es una olla a presión, donde los futbolistas canarios abroncan con algunas palabras gruesas al árbitro. Le dicen de todo menos guapo. Guedes, genio y figura, le agarra incluso de la chaquetilla y se la rompe por una caída accidental de Zariquiegui al resbalar por la escalera, desveló años más tarde el veterano periodista Alfredo Relaño en El País, reafirmando a la vez su admiración por el  “juego pachorrón y preciso en el que  Guedes y Germán armaban el medio campo y definían la línea”.

 Nunca había estado más cerca de un título de Liga la UD Las Palmas que en aquella ocasión. El error arbitral fue decisivo para su derrota. También la soberbia actuación del meta  madridista de entonces. Era paradójicamente otro canario, Antonio  Betancort, que ya había sido convocado años atrás con España, junto a Iríbar, al Mundial de Inglaterra, y  conquistado el Trofeo Ricardo Zamora repetidas veces como mejor guardameta de la Primera División.

 Zariquiegui trataría de acallar su conciencia de culpabilidad evitando curiosamente  describir en el acta los incidentes registrados con los indignados futbolistas canarios en el túnel de vestuario del Bernabéu.

CENTROCAMPISTA FUERA DE SERIE

Por último, tampoco escatima elogios en esta efeméride del legendario Guedes otro grande del fútbol español, Marcelino (1940), adversario en muchas confrontaciones ligueras como ariete del Real Zaragoza y de los “Cinco magníficos”, junto a Canario, Santos, Villa y Lapetra. Fue el mítico delantero que , con un gol de cabeza, dio la victoria a España sobre la antigua Unión Soviética (2-1) en el Bernabéu (junio 1964) que serviría para alzar la primera Eurocopa de “La Roja”.

“Era un grandísimo futbolista de nivel internacional, de talla mundial. Maravilloso. Un fuera de serie. Claro que recuerdo muy bien a Guedes precisamente por todos los detalles técnicos que  ofrecía con el balón en sus botas – opina-. Acreditaba una extraordinaria capacidad física y pulmonar para dominar el centro del campo y una clase increíble para lanzar a sus compañeros. Era un fenómeno. Su estilo individual  tendría hoy un impacto mayor más allá de nuestras fronteras. No fue internacional más veces porque no había tantos partidos de la selección como hoy, y sí un exceso de jugadores”.   

Desde su retiro residencial y familiar en Ares (La Coruña), su lugar de nacimiento, Marcelino aprovecha este instante para transmitir –vía telefónica- un saludo afectuoso para Georgina Ojeda, viuda de Juanito Guedes, y para los dos hijos de ambos. Y otro para su amigo Paco García Caridad, director hoy de medios de Comunicación de la UD Las Palmas, después de haberlo sido de Radio Marca.

Marcelino no disimula su debilidad por Canarias. Valora su cantera por ser rica en la producción de excelentes futbolistas. Cita como ejemplos no sólo a Guedes, también a Tonono, Santos, Germán, Betancort  (portero)  y  Castellano,  indicando que éste le llamó una vez para encontrarse ambos allí en Galicia, con motivo de una visita suya a Ferrol.  

A la relación enunciada por Marcelino cabe agregar las figuras  de otras generaciones muy anteriores del fútbol canario como  Arocha, Hilario, Silva, Miguel, Rosendo Hernández, Mujica, Felo,  Molowny  y  Campos.  Sin olvidar algunos más de las últimas décadas como Gerardo, Valerón y Manuel Pablo, además de David Silva, Jesé, Pedri y Rubén Castro, en activo estos cuatro actualmente.

La predilección del ex jugador zaragocista por Canarias ha trascendido más allá de lo puramente deportivo. No dudó en elegir Las Palmas de Gran Canaria para la luna de miel de su primer matrimonio.

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*Publicado en La Provincia el 9 de marzo de 2021.