La audiencia en Moncloa entre Zapatero y Rajoy respondió a lo previsible. Acuerdos en el respaldo europeo a Grecia y en la política de fusión de las cajas de ahorro españolas. Desacuerdo en el modelo y las recetas económicas para disminuir la deuda pública y reducir el desempleo, pese a ser, en estos momentos,  el asunto más esencial y preocupante para la ciudadanía.

Independientemente de las diferencias ideológicas que enfrentan los modelos de uno y otro líder en materia económica, también dificulta su entendimiento las conveniencias electoreras de la oposición, a la que sin duda favorece sus expectativas una mayor degradación  como la que se vislumbra para los próximos seis meses; si Rajoy opera en sus movimimentos y negativas al Pacto de Estado con este criterio, no deja de ser una  frivolidad política. El drama que hoy sufren los griegos no obedece a la mala gestión del gobierno de turno; es responsabilidad de toda la clase dirigente que ha gobernado alternativamente en las últimas décadas. Engañaron a los organismos de control de la UE y dispararon la deuda pública (superior al 12 por ciento de su PIB), determinando hoy una tasa de paro del 10 por ciento y una administración pública insostenible por su desmesura y grado de corruptela. 

Cierto es que la realidad española dista en muchos aspectos de la griega. Pero no estaría fuera de lugar un toque de alerta y recordar el viejo aforismo popular: “Cuando las barbas de tu vecino veas rasurar, pon las tuyas a remojar”.

Pese a los tres muertos en el balance trágico de protestas en Atenas el día anterior, Grecia aprobó ayer un paquete de medidas económicas difícilmente asumibles por el eslabón más débil de la población, la mayoría de los afectados. La clase trabajadora es la llamada en primer lugar a pagar la factura de la crisis, y no los irresponsables que colocaron a su país al borde de la bancarrota. En el estallido social de las revueltas callejeras no están esos dirigentes, ni los banqueros, ni los terratenientes, ni los navieros (emblemáticos personajes de la riqueza griega años atrás), ni los viejos aristócratas.

 Las protestas son protagonizadas por jóvenes sin empleo y sin futuro, comerciantes camino de la ruina, pensionistas al borde de la indigencia, funcionarios públicos (militares, profesores, médicos), etc. Paradojas de la historia. La patria de Sócrates, Platón y Aristóteles, los grandes pensadores clásicos, hoy se halla absolutamente sumida en el caos. 

Entre las duras medidas aprobadas ayer se cita la eliminación de las dos pagas extras de los funcionarios, el recorte de su sueldo en un 30 por ciento, la reducción de las pensiones y la prestación por desempleo, mas el aumento de los impuestos del alcohol, tabaco, gasolina e IVA.

El gobierno de Papandreu afirma que sólo hay dos opciones. Estas extremas medidas, casi inaceptables en su conjunto, o el abismo. Puestos en la piel de los griegos de a pie, no resulta fácil constatar la diferencia.
A última hora de ayer se conocía la aprobación de otras medidas de corte similar en Rumanía, con un recorte del sueldo de los funcionarios públicos en un 25 por ciento, y de las pensiones en un 15 por ciento.
 
Está por ver si el tsunami que azota a Grecia alcanza también a otros países de la zona euro como España. La ofensiva de los insaciables especuladores ya ha demostrado esta semana su carencia de escrúpulos para favorecer ese riesgo.

Amado Moreno
Las Palmas de Gran Canaria, 7 de Mayo de 2010.