José Alemán, Premio Canarias de Comunicación 2023
José Alemán, Premio Canarias de Comunicación 2023

Su magisterio como profesional del oficio sentó cátedra en muchos de sus compañeros y en la siguiente generación

El periodismo canario sigue desangrándose con la desaparición de figuras irrepetibles

Alcanzó la cima de su notoriedad firmando una columna política en LA PROVINCIA

Amado Moreno

El periodismo canario continúa desangrándose con el adiós por goteo de algunos de sus personajes irrepetibles. Aún no recuperado del todo, tras el fallecimiento de Guillermo García-Alcalde en mayo de 2023, el pasado sábado día 4 de enero del recién estrenado 2025 recibimos la noticia de la muerte de José Alemán (Las Palmas de G.C. 1941), otro profesional del mismo oficio, cuyo magisterio sentó cátedra con humildad en muchos compañeros de su generación y de la siguiente. Fue Premio Canarias de Comunicación en 2023.

El firmante de este texto apresurado por la triste circunstancia recuerda y reconoce hoy que lo evoca y admiraba ya en su temprana edad de adolescente, siendo entonces un simple lector del viejo Diario de Las Palmas. Lo descubrió hacia la mitad de los años sesenta del pasado siglo. Especialmente dos periodistas de aquella época me engancharon a la lectura de sus trabajos. Con estilos distintos, uno era Pepe Alemán, y otro  Luis García Jiménez. No obstante, ambos tenían en común una profunda capacidad de análisis y comunicación  con su escritura, y acreditaban un vasto conocimiento de la historia y la realidad de Canarias.

Año 1975. Antigua sede de Diario de Las Palmas con parte de sus redactores en la calle Murga. Pepe Alemán, segundo por la izquierda, entre Amado Moreno y Diego Talavera, junto a Juan Gregorio. De pie, Fernando Ramírez, Martín Díaz, José Henríquez, Adolfo Santana, Arturo Andreu, Pablo Hernández (director), Maribel Rodríguez y Nacho Jiménez Mesa. Por encima, el fotógrafo Álamo Montañez. Algunos, con un ejemplar del periódico que registra en su portada la muerte de Franco en la misma jornada del 20 de noviembre.

Año 1975. Antigua sede de Diario de Las Palmas con parte de sus redactores en la calle Murga. Pepe Alemán, segundo por la izquierda, entre Amado Moreno y Diego Talavera, junto a Juan Gregorio. De pie, Fernando Ramírez, Martín Díaz, José Henríquez, Adolfo Santana, Arturo Andreu, Pablo Hernández (director), Maribel Rodríguez y Nacho Jiménez Mesa. Por encima, el fotógrafo Álamo Montañez. Algunos, con un ejemplar del periódico que registra en su portada la muerte de Franco en la misma jornada del 20 de noviembre.

Pepe, que empezó de corrector de pruebas en el diario vespertino, y posteriormente ingresaría como miembro de la Redacción, cultivó  con destreza casi todos los géneros del periodismo. Durante esta etapa inicial, los temas socioeconómicos parecían su predilección. Mostró particular inquietud  por los problemas del sector primario. Puso en la diana la verdad lacerante por la sobreexplotación  de los aparceros en el cultivo del tomate, y lo mantuvo en el foco de la opinión pública hasta después de la muerte de Franco, animando con su combate periodístico  las movilizaciones del colectivo afectado.

Entre sus reportajes memorables, ejemplo de periodismo a pie de calle, plasmado en dos páginas enfrentadas de Diario de Las Palmas en aquel ciclo de la década de los 60, cabe consignar el relato de su vivencia personal una madrugada con las familias de los pescadores de Las Nieves (Agaete), tomando a la orilla de la playa el café arábigo, de “puchero”,humeante y  aromático producido en el Valle, al tiempo que consumía cigarrillos, uno tras otro, mientras aguardaban todos impacientes la arribada de las barquillas a primera hora para entregar luego las capturas a sus mujeres. A continuación, ellas deberían correr a vender en “bañeras”, posadas sobre sus cabezas, la “fresquita y vivita” mercancía de sardinas, viejas, sargos, samas, morenas, etc., por los predios de Guía y Gáldar,  además de la villa agaetense.

El testimonio del periodista en primera persona revelaba en esta experiencia la personalidad monumental de Pepe Alemán. De la primera a la última línea transmitía autenticidad, antes que cualquier otra cosa. Autenticidad  propia del autor sensible con un sello de humanidad para percibir y trasladar a los lectores, con soltura y desenfado, la grandeza, el riesgo, la ansiedad, el sufrimiento y la miseria del trabajo artesanal en la mar, a veces traicionera.

Quienes tuvimos el privilegio de concurrir con él durante unos años en el Diario de Las Palmas, de los años 60 y 70, conservamos diversidad de recuerdos y anécdotas suyas. Unas edificantes, la mayoría en lo profesional, y otras simplemente gratas o humorísticas para partirnos de risa. Incluso en momentos de tensión informativa era capaz de sorprendernos y hacernos ver el lado pintoresco o gracioso de la situación, o bien el ridículo del mandamás de turno en política. Era un ejemplo también de periodista vocacional. Compartía ese entusiasmo y deleite con lo que había escrito a máquina, pasándolo a la lectura de cualquier compañero cercano, previamente a su entrega al taller para su edición en página.

Sus pausas daban pie con frecuencia a debates más o menos serios en los que Pepe Alemán no rehuía el choque de opinión con la jerarquía, aunque sin perder nunca la compostura. En una de esas ocasiones alzó la voz para calificar de cacique a Matías Vega Guerra, en aquel momento dueño de la cabecera informativa y de la empresa para la que trabajaba como periodista. En la acalorada pero civilizada discusión al respecto con Nacho Jiménez Mesa, redactor jefe, Pepe acabó aceptando con una sonrisa que Matías era un “cacique bueno”, tras el razonamiento contundente de su interlocutor.

No desaprovechaba un resquicio de la actualidad protagonizada por José Carlos Mauricio, cuando aún lideraba el Partido Comunista en Canarias. Más de una vez Pepe volvería a contarnos divertido sus partidos de fútbol con el dirigente en el patio de los Jesuitas de la capital grancanaria, donde ambos estudiaban. Con tono irónico admitía que los dos eran hábiles con el balón, pero que José Carlos chafaba la fiesta deportiva a todos llevándose enfadado el balón para su casa.  Manifestaba así su contrariedad porque el juego no discurría como deseaba.

 Años después, la columna “A modo de ver y manera” de Pepe Alemán en LA PROVINCIA se convirtió en un referente de obligada lectura para la clase política y empresarial. Era incluso temida por su irreverencia con los poderosos. Cuestionaba a unos, se mofaba de otros, y cuando no, los ridiculizaba por decisiones públicas que sonrojaban o provocaban rechazo. Durante una temporada, aderezaba reiteradamente las andanadas de su columna recurriendo  al anglicismo of course.

Podría concluirse por parte de muchos fieles a sus escritos publicados,  que Pepe Alemán alcanzaría, con tal exitosa iniciativa editorial, la cima de notoriedad e influencia como periodista, amparado por la cabecera de LA PROVINCIA, entonces el periódico de mayor difusión en las islas. Es innegable que respondía inequívocamente con aquella “ventana” a sus lectores, a lo que otra figura de la época, Paco Umbral, había definido como verdadero columnismo: “fenómeno natural de la libertad de expresión que siempre comporta la gracia y el perfume de la subjetividad”.

*Texto publicado en el periódico LA PROVINCIA-Diario de Las Palmas el lunes 6 de enero de 2025

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