El relevo de Juan Manuel Rodríguez por Vidales era previsible

La sorpresa es que se produjera ayer y no se aguardara a un posible resultado adverso ante el Celta, el sábado. El malestar latente en el vestuario ha servido de detonante para una decisión que ya estaba abonada con la penosa imagen del equipo amarillo en los últimos partidos, y el afán atribuido al director deportivo, Juanito Rodríguez, por desembarazarse del técnico, con el que jamás tuvo el menor feeling personal, ni en los despachos, aunque una elemental cortesía obligara a ambos confesar en público otra cosa distinta a la realidad. 
No es fácil precisar en qué medida esta falta de sintonía ha influido para precipitar este triste final de Juan Manuel Rodríguez en el banquillo de la UD Las Palmas, a la que sacó del pozo del descenso la temporada anterior y aupó al octavo puesto de la tabla (cuatro por delante del Tenerife), una posición impensable cuando tomó las riendas del conjunto amarillo.

Por tanto, la probada profesionalidad de Rodríguez, pese a sus errores (por ejemplo, la marginación de Saúl, el goleador de la pretemporada, y sus aires de suficiencia con los que rechazaba sistemáticamente recomendaciones de la jerarquía deportiva del club), quizás no merecía este epílogo. Pero la realidad es terca y se ha impuesto. La sublevación de los “coroneles” de Juanito ha sido secundada, significativamente, casi por toda la ‘soldadesca’. Hasta aquellos futbolistas conocidos por su lealtad inicial al entrenador destituido se sumaron al “motín”; cuestionan sus métodos, la ausencia de comunicación y haber sido víctimas (algunos) de reproches que rayaron en la humillación.

Por si no fuese poco este “calvario” de acusaciones, Juan Manuel Rodríguez aceptó ayer, con resignación más que franciscana, comparecer en una rueda de prensa junto al presidente Miguel Ángel Ramírez para recibir una “pedrada en plena frente”, al escuchar a Juanito, director deportivo, justificar su cese arguyendo que “la dinámica no es buena” y que hay plantilla para hacer las cosas mejor, andanada que lleva implícita una descalificación o censura del trabajo del entrenador relevado.

Juanito correspondía así al desaire de Juan M. Rodríguez, al ignorarlo durante la rueda de prensa en el listado de reconocimientos que enumeró en su despedida: desde el presidente a la afición, pasando, paradójicamente, por los jugadores que han exigido su “cabeza” a Miguel Ángel Ramírez, no dejando a éste otra opción de maniobra que el cese, drástica decisión con la que se intenta abortar una nueva derrota, este vez ante el Celta, y recuperar la cohesión.

Amado Moreno.
Publicado en LA PROVINCIA / DLP el 04.12.08