Reportaje publicado en 2004.

La Iglesia Católica de Canarias sigue esperando por una sede arzobispal, que en buena lógica debe tener su sede en Las Palmas Gran Canaria. Avala esta opción, entre otros argumentos, los 600 años de historia de la Diócesis Canariense frente a los 185 de la de San Cristóbal de La Laguna. La puesta en marcha de nuevas regiones eclesiásticas, auspiciadas por una reforma impulsada por el Vaticano, ha quedado en el cajón del olvido por lo que respecta a Canarias. 

El rechazo político de ATI, dominante en el Gobierno canario desde hace decenas de años, ha venido torpedeando la susodicha iniciativa, tras hacer llegar oportunamente a la presidencia de la Conferencia Episcopal Española que era preferible dejar el esquema actual de subordinación de las diócesis canarias al arzobispado de Sevilla, antes que crear uno nuevo con sede en Las Palmas de Gran Canaria, con olvido total de la historia a favor de ésta, cuya diócesis tuvo cuatro prelados (Manrique, Delgado y Venegas, Romo, y Lluch y Garriga), que después accedieron al purpurado del cardenalato en Roma. En declaraciones a Amado Moreno para el periódico LA PROVINCIA-Diario de Las Palmas en octubre de 1994, el lúcido historiador Julio Sánchez, perspicaz analista de los aconteceres de la Iglesia Católica en Canarias, no dudó en calificar de “insularismo pueril y sin argumentos” la oposición de ATI a la sede arzobispal en Las Palmas de Gran Canaria.

 

*Publicado en La Provincia el 03 de octubre de 2004