Nacida en Tolosa (Guipúzcoa), la cantante vasca ensaya ya en Las Palmas de Gran Canaria su debut en la ópera “Manon Lescaut” de Puccini.

Entre ensayo y descanso concede esta entrevista en la que expresa su confianza en el éxito de la representación, pasa revista a su andadura profesional y no disimula su esperanza con el cambio político registrado recientemente en el País Vasco.

— Su debut el domingo próximo en “Manon Lescaut” de Puccini en el Pérez Galdós de Las Palmas ¿qué alicientes reviste para usted?

— Para mí es un paso importante. Es el principio de un repertorio nuevo en mi carrera. En los últimos cuatro o cinco años mi voz ha evolucionado y madurado. En esto he seguido un consejo de un paisano vuestro que es Alfredo Kraus, en el sentido de que la voz hay que escucharla. Con esta obra se abre una ventana a la posibilidad de hacer otras cosas siempre con muchísimo cuidado. Soy una persona tremendamente cauta. Prefiero pecar de ir lenta en esta andadura artística.

 — ¿Con qué se va a sorprender posiblemente el público canario que acuda a su representación?

— Más que con la interpretación de mi persona, quizá con la producción, que es muy bonita, muy interesante. No tiene ningún averno, ninguna referencia práctica o concreta, sino que es bastante abstracta. Al no tener ningún tipo de adorno, lo que se resalta es la esencia del personaje, la vivencia y su trama. A nivel mío vocal, no sé si sorprenderé. Es un salto más de La Bohème, porque es una ópera mucho más densa vocalmente. En definitiva espero que sea una grata sorpresa para todos, no sólo para el público, sino también para mí, hablando egoístamente.

 — Una vez más va a contar con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y con el Coro del Festival de Ópera de Las Palmas. ¿Qué juicio le merecen ambos a tenor de experiencias precedentes? 

— No puedo tener más que elogios para todos ellos. La orquesta, con la que empezaré a ensayar la semana próxima, es de una gran calidad. Además, tengo la suerte de contar con el maestro Morandi; me da mucha tranquilidad y puedo confiar en él porque controla bastante la orquesta. En cuanto al coro confieso que cada día que veo trabajar a sus componentes no dejo de asombrarme. Este tipo de coros, que no son profesionales sino amateurs, que se esfuerzan y sacan sonidos como profesionales, me impactan y emocionan. Se trata de gente que está trabajando todo el día. Llegan a los ensayos a partir de las ocho de la tarde para quedarse metidos en el teatro hasta las once de la noche o más. Y al siguiente día tienen que madrugar para volver a sus trabajos respectivos. Es un esfuerzo que no se paga con todo el dinero del mundo. Su dedicación me conmueve. Son los que verdaderamente hacen la música por pasión y con altruismo.

 — Su trayectoria artística parece definir una inclinación por Puccini… 

— Sí. Es un compositor que me atrajo siempre. Me va bien vocalmente. Soy una persona que por muy hermosa que sea la música, por muy hermosa que sea la partitura, no la asumo si no me va vocalmente. Y de todas las obras de Puccini, mi favorita es “Manon Lescaut”; me parece la más bella. Por eso me produce doble placer interpretarla.

— ¿Le atrae algo especialmente del personaje que interpreta, hasta el punto de identificarse con algunos rasgos del mismo?

— El personaje es Manon, el mismo de Masanet, que ya he interpretado con anterioridad. A nivel interpretativo, su factor sicológico sinceramente no me atrae. No me parece la mujer más adecuada. Sí hay rasgos de ellas que, obviamente, todas las mujeres tenemos. Hay cosas con las que ciertamente me encuentro del personaje, pero la globalidad del mismo no tiene nada que ver con mi personalidad. Manon no es, desde luego, mi concepción de mujer ideal. 

— Esta semana protagonizó la clausura del segundo curso de Ópera en la Universidad de Las Palmas, con asistencia de unos 200 estudiantes universitarios al acto, que quedaron maravillados con la proyección de La Bohème, interpretada por usted en febrero de 2007 en el Auditorio Alfredo Kraus… 

— Yo aproveché la ocasión para transmitirles que vivimos en un mundo en el que todo viene prácticamente enlatado. Casi todo viene manufacturado. Es un mundo muy abstracto. Frente a esto, creo que la Ópera y el teatro son los géneros auténticos que nos quedan. La música en la Ópera es pura, integral, no hay nada que interfiera entre el artista y el oyente.

— ¿Observa que es seguida cada vez más por un público menos elitista? 

— Yo no le llamaría menos elitista. Es posible que cuando lleve más tiempo asistiendo a la Ópera se convierta en elitista. Yo no estoy en contra del público elitista, sino muy a favor, pero también del que entra y no sabe pero tiene afán de conocer y aprender. Es nuestro deber protegerlo, ayudarlo y mimarlo para que sea también parte del público elitista. El elitismo lo dan las horas de dedicación, el saber y escuchar acudiendo a muchas óperas.

— ¿Los efectos de la crisis económica global se dejan sentir también en su sector artístico?

— Se percibe que ahora hay menos apoyos económicos. Es normal. Las prioridades son de carácter puramente social como las sanitarias u otras necesidades básicas. Pero también considero que la cultura es una gran necesidad de la población que hay que cultivar igualmente. Siendo conscientes de la situación de crisis, tenemos que ser solidarios con el teatro y rebajarnos el cachet para ayudar a superar este bache. Los artistas debemos apretarnos el cinturón. De lo contrario, pierde la cultura, el público, el teatro y tu mismo.

– ¿Cómo logra compatibilizar su ejercicio de madre de una niña de ocho años de edad con las exigencias profesionales? ¿Esta circunstancia le llegó a plantear serias dudas en determinado momento sobre la continuidad de su proyección como artista del bel canto?

– Muchas veces. Aquí sí que es verdad la necesidad y el apoyo de una familia impecable. Los que tenemos familias así nos tenemos que sentir inmensamente afortunados. Mi familia me ha arropado muchísimo. Un cantante de ópera no es sólo él, sino toda su familia. En la carrera se involucran todos los miembros de la familia con el cantante. Mi hija, pese a tener solo ocho años, es consciente de la madre que tiene y del trabajo que desarrolla. Es conciencia es fundamental para mi tranquilidad a la hora de desarrollar mi trabajo. Hay veces en que me dice “quisiera tenerte aquí conmigo…pero ya lo entiendo. Ese ‘ya lo entiendo’ de ella es muy importante para una artista, con la condición de madre como yo. Saber que tu gente lo sufre y lo entiende igual que tú, ayuda muchísimo.

— En septiembre se cumplen diez años de la muerte de Alfredo Kraus. ¿Retiene usted algo de su magisterio lírico? 

— Conservo buenos recuerdos de Alfredo , un dios en Bilbao, y de Rosa, su esposa. Detrás de un gran cantante siempre hay una gran mujer. Era su caso. También detrás de una gran cantante hay una gran familia y unos grandes hijos. Yo conocí a Alfredo en Nueva York, cuando gané el Metropolitan, en 1993. No compartimos escenario pero sí recibí clases suyas. Tengo una anécdota divina, que cada vez que la cuento me emociona muchísimo. Durante una de sus clases en Nueva York, recuerdo que yo me salí del grupo a despejar unas dudas. Me identifiqué como española y le planteé el problema que tenía con el ‘mi-be-mol’ de La Traviata. Me dio una clase magistral y me ayudó a superar la dificultad. A raíz de su enseñanza gané el concurso del Metropolitan. No coincidimos en escenarios pero sí en reuniones de amigos. Alfredo no era hombre de muchas palabras, pero las que decía eran precisas y muy importantes. Por eso yo tengo grabada a fuego la frase que me dirigió: “La voz hay que cuidarla y nunca obligarla, no pretendas que tu voz haga algo que no tiene”. Fue la filosofía de toda su carrera. Por eso era un lujo oírle cantar incluso a los setenta años y pico. Su voz era fluida, querida, mimada, un tesoro. Kraus es el gran maestro de cómo cuidar la voz.

— Una última pregunta ¿como ciudadana vasca considera que la nueva situación política en Euskadi es un avance para la pacificación y erradicación definitiva del terrorismo? 

— Yo me alegro muchísimo con la nueva situación. En mi familia, que es muy amplia, hay de todos los colores políticos: del PNV, del PSOE, del PP… El simple hecho de que haya una alternancia en el poder es muy positivo, comulgue o no yo con las ideas de quienes gobiernan.  Eso es la democracia. Lo que ha ocurrido es 

un paso muy importante para el pueblo vasco. 

Fotos: Yaiza Socorro

Texto: Amado Moreno

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ENTREVISTA PUBLICADA EN LA PROVINCIA/DLP EL 7 DE JUNIO DE 2009.

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Durante su estancia en Las Palmas de Gran Canaria, Ainhoa Arteta dedicó de puño y letra a Amado Moreno un ejemplar de su último CD, titulado La Vida.