Felo anotó el único gol madridista en la final europea de 1964 en Viena,  donde el Inter liderado por el “balón de oro” español  ganó 3-1 y alzaría su primer título continental

Trona, cedido al Depor por la UD, quedó deslumbrado con las habilidades que la figura interista exhibió durante los entrenamientos que compartieron en Coruña

 

Amado Moreno

Hoy se cumple una semana del fallecimiento de Luis Suárez (La Coruña, 1935), primer balón de oro del fútbol español en 1960, cuando aún era jugador del F.C. Barcelona. El martes último se ofició su funeral en la iglesia de San José de Calasanz del barrio milanés de San Siro, donde residía. Entre los asistentes a su sepelio, el ex presidente del Inter, Massimo Moratti, y el director de Relaciones Institucionales del Real Madrid, Emilio Butragueño, cuyo club envió una corona de flores, al igual que el Deportivo de La Coruña, con el que había debutado en 1953, tras sus estudios y primeros contactos con el balón en los Salesianos.

Dos ex futbolistas canarios, Felo (Rafael Batista Hernández, Las Palmas, 1936) y Trona (Felipe A. Ojeda del Rosario, Las Palmas, 1949) coincidieron con Luis Suárez en el terreno de juego en circunstancias deportivas y fechas distintas. El primero se midió en confrontaciones ligueras de la UD Las Palmas con el Barça de Kubala y Suárez en los años 50 del pasado siglo, y más tarde en partidos de la Copa de Europa cuando, perteneciendo ya al Real Madrid desde abril de 1960, se enfrentó a un Inter de Milán lanzado en 1963-1964 a la conquista de su primer título continental de la mano de Helenio Herra en el banquillo y un conjunto de leyenda liderado por el futbolista español de origen gallego.

Año 1959. Luis Suárez celebra uno de los dos goles suyos a la UD Las Palmas en el recién inaugurado Nou Camp. En el suelo,  el guardameta amarillo Pepín con la proximidad  de su compañero Pantaleón  y los brazos en alto,  traspasado tiempo después al Real Madrid; a la izquierda Mujica, que había regresado del Atl. Madrid; más allá Villar,  emparejado con un azulgrana, y al fondo-derecha, Felo con las manos en jarra, y el mundialista de 1950 en Brasil,  Alfonso Silva, que había retornado a Las Palmas después de triunfar con los rojiblancos madrileños. El Barça venció 5-1/ El Mundo Deportivo

Año 1959. Luis Suárez celebra uno de los dos goles suyos a la UD Las Palmas en el recién inaugurado Nou Camp. En el suelo, el guardameta amarillo Pepín con la proximidad de su compañero Pantaleón, traspasado tiempo después al Real Madrid; a la izquierda, con los brazos en alto, Mujica, que había regresado del Atl. Madrid; más allá Villar, emparejado con un azulgrana, y al fondo-derecha Felo con las manos en jarras, y Alfonso Silva, el mundialista de 1950 en Brasil, que había retornado a Las Palmas después de triunfar con los rojiblancos madrileños. El Barça venció 5-1/ Mundo Deportivo

Cercano a cumplir los 87 años de edad dentro de tres meses, y después de superar serios achaques de salud, Felo desgrana todavía con lucidez  detalles de sus vivencias futbolísticas  como jugador de la UD Las Palmas y del Real Madrid, algunas de ellas en el rectángulo de juego concretamente con Luis Suárez como rival en el Barcelona, y años siguientes en el Inter.

“No voy a descubrir ahora su talla de jugador portentoso desde que salió del Depor”, advierte Felo en su residencia del barrio de Las Alcaravaneras, del que nunca se desligó, ni cuando fue traspasado al Real Madrid y prosiguió después al Sevilla, donde colgaría las botas en 1967. Sumó un total de 126 partidos y  13 goles (cuatro en el torneo de la antigua Copa de Europa), tras su debut en la UD Las Palmas en 1956 en la que permaneció cuatro temporadas.

“Entre las principales virtudes de Suárez  centrocampista yo destacaría su velocidad en los metros finales e inmediaciones del área, su dominio del balón, visión del juego para practicar el cambio necesario en el instante oportuno y para lanzar el balón a distancia al compañero mejor situado, desconcertando a la defensa adversaria”, añadió.

Avala sus observaciones con los recuerdos que conserva de los duelos que libraron ambos en España y en Italia. “Cuando yo jugaba en la UD Las Palmas y nos medíamos al Barcelona con Suárez sufrimos más de una goleada, y luego, yo en el Real Madrid y él ya en el Inter, luchamos por la Copa de Europa”, precisa.

Pese a la derrota madridista, Felo evoca con sabor agridulce su papel en la final europea ante el Inter en mayo de 1964, en la que el equipo italiano comandado por Luis Suárez se alzó con su primer título continental, imponiéndose por 3-1.

Tijereta de Felo anticipándose a Luis Suárez  para lograr el único gol del Real Madrid en la final europea de 1964 frente al Inter en Viena. De espalda, Di Stéfano con el dorsal 9, marcado por Facchetti, y un poco alejado, Corso./LP-DLP

Tijereta de Felo anticipándose a Luis Suárez para lograr el único gol del Real Madrid en la final europea de 1964 frente al Inter en Viena. De espalda, Di Stéfano con el dorsal 9, marcado por Facchetti, y un poco alejado, Corso./LP-DLP

“Fue una pena. Ellos se habían adelantado en el marcador con dos tantos de Mazzola y Milani. Nosotros acortamos distancia en el minuto 70 con un gol mío de tijereta aprovechando un córner botado por Puskas, que Suárez cerca de mí no pudo interceptar. Di Stéfano estuvo a punto de lograr el empate después con un remate de cabeza, pero el balón se encontró con la madera de la portería. El partido quedó sentenciado con otro gol de Mazzola en el minuto 76. Es justo reconocer hoy, como lo hicimos entonces, que aquel Inter era un equipo extraordinario en el que concurrían grandes figuras como Giacinto Facchetti, Jair y Corso, además de Suárez, Mazzola y el resto. De hecho revalidó el título en la temporada siguiente”.

El Real Madrid alineó en aquella final a Vicente como portero, Isidro, Santamaría, Pachín, en la defensa, Zoco y Muller como línea media, y Amancio, Felo, Di Stéfano, Puskas y Gento en la delantera.

HALAGO DE HELENIO HERRERA

Felo no olvida que en la retirada al vestuario le saludó Helenio Herrera para espetarle : “Tienes que venir con nosotros al Inter. Hablaremos”. No parecía ser una ligereza más del técnico hispano-argentino. El jugador canario había impresionado con su espectacular gol en el Prater vienés. También en  cuartos de final de Copa de Europa había dejado antes el sello de su calidad abriendo el marcador para el Real Madrid a los 35 segundos en el partido de desempate contra el Juventus de Turín. Ocurrió en el Parque de los Príncipes (Paris) en febrero de 1962, con victoria madrileña por 3-1. Los blancos formaron con Araquistain; Casado, Miera, Pachín; Santamaría, Felo; Del Sol, Di Stéfano, Gento, Puskas y Tejada. “Fue un gol relámpago el mío, tras sacar nosotros de centro en el inicio. Puskas obtuvo el balón y me lo tiró en profundidad para yo ganar por velocidad a un defensor italiano y disparar fuerte y raso desde fuera del área para batir A Anzolin, portero rival”, describe el autor del tanto.

“Yo atravesaba en esa etapa por un buen momento deportivo, por lo que no era extraño que el Inter, a través de Angelo Moratti, o la Juve se fijaran en mi,  teniendo en cuenta también que aparecía como titular en el Real Madrid. De hecho –agrega el exfubolista canario-  con el permiso de don Santiago Bernabéu acudí acompañado de Pancho Puskas a una cita para tomar un café con Agnelli, cuya familia era la dueña del Juventus. Me confirmó su interés por contar con mi incorporación al equipo turinés. Pero su deseo no prosperó debido a que presidente madridista elevó la exigencia económica para la posible transferencia”.

El fracaso en la final con el Inter derivó en mayores repercusiones. Precipitó la salida de Di Stéfano del Real Madrid para desembarcar en el Español. “Las diferencias de Alfredo con Muñoz eran muy fuertes y empezaban a trascender insistentemente a los oídos de don Santiago –reconoce Felo- La derrota en el Prater provocó luego en el vestuario una nueva bronca de Alfredo con Muñoz. Le afeó su planteamiento conservador del partido. Fue una discusión subida de tono entre ambos, de modo que resultaría la gota que colmó el vaso y la paciencia del presidente para resolver con el despido del compañero argentino”.

Tal versión es coherente con la desvelada estos días en otros medios que atribuyen a Miguel Muñoz haber avisado sin rodeos a Bernabéu sobre la  probable derrota, pronóstico avanzado la víspera del encuentro: “Don Santiago, vamos a perder con el Inter de Luis Suárez y Helenio Herrera. Ellos son muy buenos físicamente y muy rápidos. Nosotros aún vamos al ritmo de Alfredo, así que los más seguro es que nos pasen por encima”. Felo confiesa que no le sorprendería la certeza de esa confidencia del técnico madridista al mandatario del club merengue, pero elude valorarla.

Con el Real Madrid el futbolista grancanario ganó entre los años 1960 y 1965 cinco títulos de Liga, una Copa denominada entonces del Generalísimo y otra Intercontinental.

IMPACTADO POR EL NIVEL DE SUÁREZ

Por su parte, Trona había recalado en la temporada 1977-1978 en el Deportivo de La Coruña, tras otro periodo anterior en el Alavés, cedido en ambas ocasiones por la UD Las Palmas al  no entrar en los planes de Miguel Muñoz, técnico entonces de los amarillos. La situación brindó un privilegio inesperado al jugador canario: compartir el balón con la figura a la que Di Stéfano otorgó el título de “arquitecto” por su tecnicismo. Luis Suárez, ya de retirada del fútbol, volvió de vacaciones a su ciudad natal, La Coruña, y durante dos semanas compareció regularmente en Riazor para entrenar a la misma hora que el Depor.

“Puedo asegurar que jamás había visto un futbolista de su nivel con la pelota, dominándola con ambos pies. Rápido y cerebral en la gestión y previsión de sus pases. En los entrenamientos del Depor durante las dos semanas que coincidimos era una delicia verle en acción, ofrecía auténtica exhibición de sabiduría futbolística que nos dejaba maravillados a todos” relata Trona, entre entusiasmado con la nostalgia de ese pasado y apesadumbrado con la pérdida que enlutó  días atrás el mundo del fútbol.

“Pese a que ya estaba de vuelta de su trayectoria profesional como jugador en Italia, aprovechaba sus vacaciones en Galicia para seguir entrenando y no perder la forma. Habitualmente hacía ejercicios en solitario por el exterior del terreno de juego, pero a continuación terminaba sumándose a nosotros en los partidillos, compartiendo finalmente vestuario y ducha antes de abandonar las instalaciones. Como persona se mostraba muy cercano, nada vanidosos o soberbio”, declara el ex futbolista isleño a modo de resumen.

Como otros jugadores canarios que le precedieron en el Depor, Hilario Marrero  en 1928 y 1941, y Antonio Betancort en 1962,   Trona aprovechó la oportunidad para madurar futbolísticamente. Luego seguiría al Córdoba. Su paso por el club gallego mereció el reconocimiento público de su compañero Alfonso Castro, Pichichi de Segunda con 24 goles: “Trona es un centrocampista muy fino, con mucha técnica y muy buen toque de balón. Conseguí materializar muchos de mis goles gracias a él”, dijo.

A la entidad deportiva coruñesa, cuna del gran Luis Suárez fallecido el domingo,  arribarían décadas más tarde  otros canteranos canarios como Manuel Pablo y Valerón para catapultar internacionalmente al Depor. Rubén, Momo y Aythami se añadieron poco tiempo después a la misma lista.

*Publicado en La Provincia el 16 de julio de 2023.

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