No es lo habitual que un teatro abarrotado, en este caso el Cuyás, con su público puesto en pie permanezca más de diez largos minutos aplaudiendo a la única actriz, protagonista de La Reina Juana,

que se despedía el domingo con su tercera y última puesta en escena con una interpretación memorable, a sus 77 años de edad, uno menos que al fallecer la figura que encarnaba sobre el escenario.

Amado Moreno  //

Rápido de reflejos, alguien del público gritó y correspondió a Concha Velasco con oportunidad y razón por encima de los aplausos: “¡Maravillosa eres tú!”, después que és-ta hubiera dedicado un reconocimiento afectuoso al auditorio canario. Sublime, en su papel teatral, y muy humana fuera del mismo. Con la humildad y sencillez de los sabios agradeció las muestras de entusiasmo y afecto de la gente. Abrazó a dos de los presentes, metáfora del gesto que le habría gustado tener con todos y cada uno de los allí congregados, puntualizó. Con total naturalidad, en el mismo contexto de su despedida informal y antes de abandonar definitivamente el escenario, hizo breve balance de su grata estancia en la capital grancanaria, apuntando dos detalles: “La bonita crítica de mi trabajo leída hoy por mí en LA PROVINCIA (a causa de un lapsus dijo Las Provincias), que abarcó todo”, y prometió conservarla.

Con el titular ‘Reina de corazones rotos’ la crítica periodística que conmovió a Concha Velasco era firmada por Fabio García. Su paseo matinal el domingo desde el hotel Santa Catalina a la Catedral de Santa Ana fue el otro detalle al que aludió. “Es una Catedral hermosa -afirmó-. Una pena que no se haya rematado el espacio anexo, pendiente de construir. Espero que consigan pronto la ayuda necesaria para hacerlo. Acudí a la misa dominical, pues yo soy creyente. Pido a Dios que me siga dando fuerzas para continuar en el teatro como me gusta”. Mostró en consecuencia su deseo y confianza en volver a Las Palmas para encontrarse con el público canario en una nueva oportunidad. Quizás sea pertinente evocar que no es el primer éxito de Concha Velasco en el Cuyás, aunque sí el más clamo-roso pese a las dificultades, por las exigencias del singular personaje femenino que interpreta ella en solitario durante hora y media sin resuello.

Da vida a un texto impecable de Ernesto Caballero, que provoca en el espectador múltiples reflexiones de actualidad sobre el poder perverso, la intolerancia religiosa y la corrupción, utilizando un personaje histórico como la Reina Juana, madre del emperador Carlos V, con una controvertida y oscura biografía tras su encierro en el castillo de Tordesillas por supuesta enajenación mental. En 2015 la misma actriz castellana cosechó otro triunfo en el Cuyás con Olivia y Eugenio, como madre de un joven realmente con síndrome de Down, que le venía a Concha Velasco como un guante a su profesionalidad interpretativa, portadora siempre de una fuerte carga emocional. La obra era, en síntesis, un canto admirable a la “normalidad” de tales hijos. Su rotundo éxito actual con La Reina Juana sugiere también otra lectura.

En tiempos que una sociedad y unas instituciones marginan despectivamente a menudo de su actividad profesional a los mayores y los condenan a la desafección, conforta a este colectivo el reconocimiento que reciben a diario por su meritorio trabajo actores como Concha Velasco, Nuria Espert, Lola Herrera, Héctor Alterio, José Sacristán y Arturo Fernández, entre otros, todos éstos con la frontera de los 70 años bien rebasada.

Ejemplos dignos de emular también en otros ámbitos laborales pese a los mecanismos sociales disuasorios.

NOTA.- Publicado en La Provincia el 140217

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