“Se permitió el desapego a las seguridades materiales y rechazar la venta de sus mejores cuadros a un marchante francés para llevarlos a París”
“Su obra inacabada al sorprenderle la muerte, ´La Piedad´, refleja la tragedia de un mundo interior”
El psicopedagogo grancanario publicará en octubre “El silencio de sus soledades”, un relato sobre el artista galdense, en parte basado en la tesina de María Victoria Padrón, sobrina del pintor
Amado Moreno
Con el sello de Edigeca, el próximo mes de octubre los lectores podrán contar con un nuevo trabajo en torno a la figura y obra del pintor galdense Antonio Padrón, firmado en esta ocasión por Manuel García Morales (Bañaderos, 1960). Profesional de Magisterio, se licenció en Psicopedagogía por la ULPGC. Realizó cursos de doctorado y está en posesión del Diploma de Estudios Avanzados. Con otros autores ha publicado antologías poéticas y relatos breves. Durante 35 años ha desarrollado la docencia y el asesoramiento educativo en diversidad de centros canarios. También ha prestado atención al Deporte, obteniendo la titulación de director deportivo por la Federación Española de Fútbol, y la especialización correspondiente por la universidad Camilo José Cela. Estos conocimientos adquiridos los volcó preferentemente en el fútbol base de la comarca Norte. Tuvo también un paso fugaz de dos años por la política como concejal socialista en el ayuntamiento de Guía (Gran Canaria).
-¿Cuál ha sido su principal motivación para afrontar este perfil sobre Antonio Padrón, con meticuloso estilo?
-En el curso 1991 – 1992, trabajaba yo en el Equipo de Educación Compensatoria de Gáldar – Guía, Costa, con sede en la antigua escuela de Palma de Rojas, junto con tres compañeros: Antonio Luis García, Antonio Bolaños y Vary Medina García. Los dos primeros eran los encargados de la formación académica y profesional de una tutoría de jóvenes, Vary y yo los responsables de la animación a la lectura y la dinamización de actividades relacionadas con los contenidos canarios en los colegios de La Montaña, Becerril y La Atalaya de Guía. El 8 de mayo de 1992 se celebró el 24 aniversario de la muerte del pintor galdense Antonio Padrón. En ese contexto, recopilé información sobre su vida y obra, con la finalidad de darla a conocer al alumnado de los centros anteriormente citados. Los datos recopilados superaron con creces a los que por tiempo disponible y por edades de los alumnos logramos trasladar a las aulas. No obstante, las fichas, las anotaciones y todo el material quedaron en un cajón de casa. Cuando me jubilé, en octubre de 2020, rescaté todo ese material y le di forma de ficción literaria. El objetivo era que el pintor contara su vida a través de su obra. No es una biografía, propiamente dicha sino, insisto, una ficción literaria.
-Con indisimulada vocación literaria, parece no haber ahorrado esfuerzo para divulgar un mayor conocimiento del ciudadano Antonio Padrón en su vertiente humana, y al mismo tiempo la comprensión de su arte indigenista
Fue un artista poliédrico, pintor, escultor, músico…, “en eterno estado de evolución”, al que no le importó el gusto corriente de la gente y que aborrecía la imitación. Su obra se parecía a sí mismo, sentía lo que pintaba desde lo más profundo de su alma. Paisaje y personajes son reflejo del mundo interior del pintor.
-Avisa a los interesados de que entrega una historia de ficción, pero que está basada en la tesina de María Victoria Padrón Martinón sobre el pintor galdense, publicada por el Cabildo de Gran Canaria, y cuya primera edición vio la luz en 1986. ¿Puede deducirse un porcentaje alto de veracidad en su relato creativo, independientemente de lo entrecomillado o de lo que aparece en cursiva?
Esta obra, en la vertiente biográfica, está prácticamente fundamentada en la tesina de doña María Victoria Padrón, que junto a la presencia de los distintos cuadros y fotografías dan soporte a la creatividad de los textos. Destacar que a la primera persona que di a leer el texto fue a ella, que es sobrina del pintor. La tesina y esta ficción literaria tienen elementos en común pero, a su vez, los objetivos y el alcance son diferentes. La primera es el resultado de un riguroso y excelente trabajo académico, y la segunda, insisto, apoyándose en la primera, pretende acercarnos al artista desde una vertiente literaria. Intento contar la vida del pintor Antonio Padrón a través de su obra.
-Traslada que Antonio Padrón fue un hombre que vivió hacia adentro y que sigue hablándonos de su pintura, de manera que su vida se encarnó en sus cuadros y sus cuadros encarnaron su vida. ¿Qué obra significativa suya escogería para avalar plenamente la afirmación?
Sin duda ninguna, su última obra: “Piedad” (1968), un cuadro inacabado, pues, una tarde de mayo, lo sorprendió la muerte mientras lo estaba pintando. Este lienzo refleja la tragedia de un mundo interior que, creo, marcó su vida, la ausencia de su padre y de su madre, que fallecieron cuando él apenas tenía 9 años. Esas ausencias marcaron su vida y su obra.
-Estructura el ensayo en pocos capítulos, descritos con transparencia: Sola y triste mi barca, Luna de amanecida, Canto a la libertad y Ángel de alas claras, donde combina también poesía e ilustraciones con cuadros del artista. ¿Ha cumplido con el objetivo que se marcó, o se ha quedado corto y la dimensión excepcional del pintor habría merecido una mayor extensión o profundidad de análisis en la misma radiografía?
Siempre nos quedaremos cortos. La dimensión y la importancia de Antonio Padrón tiene tantas posibilidades como investigaciones, publicaciones y procesos creativos ya existentes, como los que, sin duda, seguirán teniendo como referente su vida y obra para seguir explorando y enriqueciendo su legado.
-¿Le sorprenden o le emocionan las reflexiones que se atribuyen a Padrón, cuando apunta que su navegar no siempre resultó sencillo: “Fui hombre de tierra, no de mar, la incertidumbre me angustiaba, y a la vez me atraía, quizás ese fue mi destino: serenidad, ensoñación y sosiego”?
La obra lleva el título de Antonio Padrón: El silencio de sus soledades. Porque su protagonista fue un hombre que vivió hacia adentro y, cualquier viaje interior, es un viaje complejo, es la búsqueda de uno mismo, que cada uno lo expresa con el lenguaje que estima oportuno, la pintura y, especialmente, las letras de algunos de sus poemas, que han derivado en canciones de nuestro folklore así lo evidencian. A la serenidad, ensoñación y sosiego, añadiría otra palabra para definir la vida y el destino del pintor: la magua.
-Confiesa que coquetea con el arte para salvar su alma, pintando con furia y con pasión, mientras realiza el servicio militar en el destacamento de Infantería en Sardina del Norte durante los años 40 del siglo pasado. ¿La frase certifica la convicción de una creencia religiosa?
Tanto su obra pictórica como sus textos literarios transpiran espiritualidad. La fenomenología religiosa forma parte del contenido de sus cuadros: El nacimiento, La ermita de San Sebastián, Ángeles, Vía Crucis y Piedad entre otros. Sin obviar su interés por lo esotérico y lo sobrenatural: Santiguadoras, Echadoras de carta, Cena de brujas y el misticismo, que sin lugar a dudas, se aprecia en su obra El rayo verde.
-En alguna ocasión colaboró incluso al diseño de una de las alfombras del Corpus en su ciudad en la década de los años 50, inspirándose en la Cueva Pintada, aleccionado por su amigo y profesor Sebastián Monzón, detalle que no olvida de recoger en su propio ensayo…
El intimismo del pintor no lo exime de sus relaciones sociales, y la vinculación con las actividades que se desarrollan en su pueblo son una constante, ya sea colaborando en el diseño de una alfombra del Corpus, como en el decorado de una obra de teatro, en las tertulias o en las exposiciones individuales y colectivas que realizó en la zona norte como en Las Palmas capital.
–En 1949 Padrón alcanza el título de profesor de Dibujo, pero no logra dar una sola clase cuando acude al instituto de Guía, animado por su colega docente Marino Alduán Azurza. ¿Constituye un fracaso personal, o es simplemente un error difícil de explicar, teniendo en cuenta su vasta cultura e inquietudes por la música, en particular la de Debussy, y por la literatura, con predilección por escritores rusos?
Considero que no se trata de ni de un fracaso personal, ni de un error. Fue una decisión personal, a la que solo el pintor podría dar respuesta. Lógicamente, un hombre con la cultura y las inquietudes artísticas de Antonio Padrón hubiese sido un lujo para cualquier centro educativo. Pero cada uno elige su destino, y el pintor tomó su decisión. Como en la letra de una de sus canciones: “fue sembrando en el aire el canto a la libertad.”
-Es llamativo el desdén por la comercialización de sus obras, al rechazar la oferta de un marchante francés dispuesto a pagarle una suma incalculable de dinero por sus diez mejores cuadros para exponerlos en París
Esta cuestión enlaza con la anterior. Descartar la estabilidad profesional ejerciendo la docencia o rechazar la oferta del marchante francés, son las dos caras de una misma moneda, el desapego a las seguridades materiales, algo que se podía permitir por la posición social y económica de su familia.
-Asumió Antonio Padrón que su mayor virtud y defecto era el mismo y único: el estar en continua inconstancia ¿Considera que la definición se corresponde con su actitud y andadura vital hasta su temprana muerte a los 48 años?
Antonio Padrón fue un soñador que logró dedicarse a lo que realmente quería: crear, pintar, escribir. Logró ser el arquitecto de su vida, logró descifrar su interior y plasmarlo en su obra. En cada cuadro vivió cada una de sus vidas, porque la vida no es una, sino varias. Vivió la vida en cada tema que el pincel hizo posible.
- Publicado en La Provincia el 11 de agosto de 2024.