En mayo de 1984 dos niños perdieron la vida en una tubería de Guía de Gran Canaria persiguiendo un balón firmado por el legendario futbolista asturiano
Amado Moreno //
Rara vez la muerte de un deportista ha concitado tanta unanimidad de reconocimiento a su labor profesional y calidad humana en medios de comunicación y opinión pública como ha sucedido con Enrique Castro, “Quini”, velado ayer en Asturias, tras una despedida masiva en Gijón, ciudad envuelta en un clima de luto en las últimas 24 horas.
Ejemplo de esa unanimidad fueron en la misma jornada las portadas de los cuatro periódicos deportivos de Madrid y Barcelona, con “As” y “Marca” repitiendo literalmente los grandes titulares: “Hasta siempre “Brujo”. Por su parte, “Mundo Deportivo” y “Sport”, ambos de la capital catalana, su expresaban en términos parecidos.
Las reacciones y lamentos que han provocado su óbito en todos los estamentos desde la política al propio mundo del deporte, pasando por otros ámbitos, revelan que se ha ido algo más que un “guaje” ejemplar o un “mirlo blanco”.
Desde la cuna de su desarrollo futbolístico en Asturias, que alumbró después otras figuras de la misma cantera como Luis Enrique y David Villa a través de la escuela de Mareo, Quini hizo suya ya en sus inicios una “bandera” coloreada con los valores del esfuerzo y la superación ante la adversidad, su empatía y altruismo sin limites con los demás. La humidad con que portó este símbolo de sus valores personales y futbolísticos serviría de referencia modélica a los que le acompañaron en la aventura de su tiempo, y a las siguientes generaciones, hasta el día de hoy. No sabía de rencores.
Así lo demostró con el perdón a quienes le mantuvieron secuestrado durante varias semanas de los años 80. Accedió a verse con uno de ellos tiempo después de su liberación. “¿Por eso síndrome de Estocolmo el suyo? Tonterías. Es el síndrome Quini, que jamás supo de odios, ni de resentimiento con nadie”, sentenció ayer el expresidente azulgrana Joan Gaspart, muy apenado por la noticia de la muerte del ex jugador.
Su clásica modestia restó siempre importancia a quienes le señalaban como referencia futbolística y persona a imitar. Lo dejó entrever en sendos encuentros personales con este periodista. Primero en la sede del Sporting en Mareo, y años después en un hotel gijonés al que había acudido en su calidad de responsable institucional del club para recibir al Athletic de Bilbao y saludar especialmente a José Ángel Iríbar, el mítico portero vasco reciclado ahora como delegado del club en el que había cubierto toda su etapa como deportista.
Durante la entrevista, reproducida el 14 de septiembre de 1998 en el vespertino “Diario de Las Palmas”, Quini reitera su fe en el fútbol de cantera, colocando con orgullo a un mismo nivel en esta política a la UD Las Palmas y al Sporting de Gijón. Muestra su decepción con aquel momento en que ambos equipos estaban en Segunda División, aunque en su opinión eran merecedores de estar en Primera. Criticaba con claridad y mesura en respuesta a otras preguntas que “a la cantera no se le hace mucho caso. Viene mucha gente de fuera y estoy en contra de la mediocridad que llega a España y no enseña. Cierra el paso a nuestros jóvenes”.
También evocaría sus enfrentamientos años atrás con el equipo amarillo. Zanjó su juicio al respecto en tono distendido, admitiendo que tanto Castellano como Tonono, con su calidad contrastada, “me dejaron seco más de una vez en la cancha” como delantero. Tampoco escatimó elogios en la confidencialidad para el desaparecido Juan Guedes y para Germán, otros dos pilares de la mejor Unión Deportiva Las Palmas de toda la historia, bajo la batuta de Luis Molowny como entrenador.
La segunda y última cita con el “Brujo” Quino (para el que Asturias lo era todo según confesión propia) fue compartida años más tarde con José Ángel Iríbar, tras la llegada al hotel de la expedición del Ath. Bilbao que jugaba al día siguiente en El Molinón. El exmeta bilbaíno aprovechó la ocasión para enviar a través de este periodista un saludo afectuoso a Pepe Mejías, maestro galdense, su amigo y distinguido anfitrión cada vez que visita Canarias.
La circunstancia del testigo canario en ese instante trajo a la memoria de Quini también el desgraciado accidente ocurrido en Montaña Alta de Guía en mayo de 1984. Dos niños de 13 años perecieron al introducirse en una tubería para recuperar un balón tasado en unas 2.500 pesetas de aquel tiempo. Sin embargo, los dos menores arriesgaron sus vidas y la perdieron. Para ellos era mayor el valor sentimental del esférico: llevaba estampada la firma de Quini, el máximo goleador español de la época. El impactante suceso, que fue destacado en medios nacionales como El País, sumió en profundo pesar al legendario futbolista al recordarlo de nuevo.
Y es que la inmensa humanidad de Quini fue muy superior a su corpulencia física. Oportuno constituye resaltarla en este instante del adiós, tras su fallecimiento prematuro a los 68 años. La misma edad con la que se despidió su icono azulgrana, Johan Cruyff.
*Publicado en LA PROVINCIA-Diario de Las Palmas el jueves 1 de marzo de 2018