Pues va a ser verdad que el hermanamiento de los municipios de Guía y Gáldar es real y no postureo. El pronóstico de aquellos detractores que no creyeron en la inédita apuesta política y la calificaron de brindis al sol parece caminar al fracaso. 

Amado Moreno

Los nuevos tiempos de fuertes estrecheces económicas, sin precedentes en las últimas décadas, exigían y exigen otra visión de la política municipal para hacer viables sus proyectos y responder con diligencia a los problemas de la población, particularmente en aquellos  territorios de pequeño o mediano tamaño poblacional, con fronteras comunes y pertenecientes a una misma comarca.

Las dificultades constatadas para reaccionar institucionalmente a algunos de esos problemas explican en el caso del Noroeste grancanario el nacimiento de plataformas ciudadanas.

Primero, la de La Aldea de San Nicolás para reivindicar con éxito la urgencia de su nueva comunicación por carretera. Ahora la de la Plataforma Ciudadana del Norte que propugna el rescate del antiguo colegio salesiano de Guía, edificio de incuestionable valor arquitectónico (estilo neocanario), para destinarlo a uso sociosanitario, previo acuerdo con el Obispado, titular del inmueble que le fue legado por Eusebia de Armas Almeida, como el resto del patrimonio de esta dama guiense.

Ambos movimientos han contado desde el primer instante con amplio respaldo, incluido el de las instituciones municipales, sin excepción de los colores políticos que las conforman. La plena sintonía de ambos con el latido de la calle explican la acogida popular y su consolidación. Para quienes conocen la rivalidad histórica, a  veces dura, de Guía y Gáldar por asumir el liderazgo de la zona en décadas pretéritas, lo sucedido en el último pleno del jueves en la Ciudad de los Guanartemes no es un suceso irrelevante.

La Corporación Municipal al completo y el público asistente aplaudió por unanimidad la emotiva intervención de una vecina de Guía, Inmaculada González, portavoz de la Plataforma Ciudadana norteña, tras justificar su demanda al ayuntamiento galdense para que respaldara el objetivo del colectivo al que ella representaba, “como sumadora de sentimientos y no de firmas”.

La respuesta del alcalde  Teodoro Sosa, pionero de la “fraternidad” municipal con Guía y su alcalde Pedro Rodríguez, estuvo a la altura de tan importante circunstancia e iniciativa social. “Si alguno dudaba de que el hermanamiento de Guía y Gáldar era simplemente un paripé como algunos insinuaron en su momento, este es un ejemplo de que ambos son un único municipio. Estamos luchando por lo mismo.

Me da igual como alcalde, y lo digo clarito, que el centro sociosanitario del Norte esté en Guía.

Las plazas de ese centro van a ser ocupadas por los vecinos de Agaete, Gáldar, la Aldea de San Nicolás y Guía”, declaró el alcalde galdense antes de concluir invitando a “quitar los límites a los municipios y comencemos a pensar en clave Norte y de futuro de unidad”. Este episodio define y muestra elocuentemente, en los términos enunciados, la coherencia, generosidad, firmeza, altura de miras y ansias de unidad en la lucha de este Norte grancanario por conquistas sociales y de progreso que  le han negado en el pasado la miopía de sus propios políticos locales y la cicatería de los otros.

El golpe de timón en forma de hermanamiento municipal, más allá de las romerías y pregones,  genera razonables expectativas de cambio. Gaudeamus igitur.

NOTA.- Publicado en La Provincia

 

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