70 años de la UD Las Palmas (Etapa 1970-1979)
Ambos fueron los líderes indiscutibles del mejor equipo de la historia
La llegada de Carnevali, Wolff y Morete, los “argentinos de oro”, atenuó aunque no hizo olvidar el vacío de los dos grandes fallecidos
Betancort dejó el R. Madrid para retornar a la portería de la UD y continuar después como asesor
Germán, otro capitán y emblema, se despidió como futbolista en el 78, tras jugar 16 temporadas
El club amarillo permaneció en Primera División durante 1970-1979 y disputó una final de la Copa del Rey al Barça de Cruyff
Amado Moreno
La muerte prematura de Guedes en 1971 y de Tonono cuatro años después, en 1975, marcaron un antes y un después en la UD Las Palmas. El equipo amarillo perdió súbitamente en el corto periodo de un lustro a los dos líderes indiscutibles del mejor equipo de la historia. Lo llevaron a la cima del fútbol español a finales de los 60, con un segundo y tercer puesto en la clasificación de Primera, pugnando el título a los Real Madrid y Barcelona. Guedes falleció a los 29 años y Tonono a los 32.
La muerte de ambos futbolistas conmocionó al deporte y a la sociedad canaria en general, con el consiguiente eco nacional. No en vano habían dejado la huella de su calidad técnica por la mayoría de los estadios de España, primero en Segunda, donde debutaron, y después en la máxima categoría. Sus respectivos sepelios constituyeron impresionantes y multitudinarias manifestaciones de duelo.
Un cáncer de colon acabó con Guedes un 9 de marzo de 1970 en la clínica Santa Catalina, y una infección vírica con Tonono un 9 de junio de 1975 en el Hospital Nuestra Señora del Pino. Sendas enfermedades que acabaron con sus vidas y con los sueños que aún abrigaban.
Juan Guedes, con la etiqueta de Mariscal de la crítica deportiva con que le bautizó Antonio Ayala, gustaba de compartir habitualmente una cerveza con algunos de sus compañeros en el antiguo hotel Palace de la capital grancanaria, hoy convertido en oficinas y apartamentos. Allí se daba cita al finalizar un entrenamiento en el Estadio Insular. Mientras daba cuenta pausadamente de su bebida reflexionaba en voz alta acerca de su remoto futuro. Rechazaba la idea de ser entrenador. Lo suyo al colgar las botas sería alcanzar la presidencia de la UD Las Palmas. “Y sentarme en el palco del Insular con un puro como nuestro presidente Juan Trujillo Febles, o Santiago Bernabéu en su estadio madrileño, a cuyo lado pretendo sentarme algún día en el estadio del Real Madrid”, decía con desparpajo. Se permitió incluso avanzar un organigrama diseñado para su posible presidencia. Tendría a Tonono en la dirección deportiva, mientras que la secretaria técnica y la labor de entrenador las confiaría a León y Germán.
Este sueño en parte burgués de Guedes, originario de Carrizal de Ingenio, humano y comprensible para aquellos tiempos, era, sin embargo, la cara de una misma moneda. Tenía otra. La de la solidaridad permanente con los jóvenes futbolistas que empezaban y la defensa de los derechos de aquellos compañeros necesitados de que el club cumpliera sus obligaciones con ellos. En esos momentos no había mejor interlocutor y valedor que Guedes para plantarse ante Jesús García Panasco, el mítico gerente y secretario general técnico, que años más tarde renunció a suceder en la misma responsabilidad a Vicente Peris en el Valencia.
Trona, que empezaba a despuntar y fue llamado años más tarde en opinión de muchos para cubrir la ausencia de Guedes por su parecido perfil físico y técnico, todavía recuerda cómo más de una vez el entonces capitán de la UD Las Palmas pagaba los bocadillos y bebidas de los canteranos con los que coincidía esporádicamente en un local próximo al Estadio Insular al concluir un entrenamiento.
Juan Guedes disputó 11 temporadas en la UD y 282 partidos, logrando 32 goles. Una fecha memorable de su trayectoria quedó registrada en abril de 1965, al ser autor del gol de la victoria de la selección militar española sobre Portugal, en el abarrotado Estadio Insular. Meritorio triunfo teniendo en cuenta que el ariete del adversario luso era el legendario Eusebio, máximo goleador del Mundial de Londres, conocido como la Pantera Negra.
TONONO, EL RELEVO. Tras el fallecimiento de Guedes
correspondió asumir la capitanía del equipo a Tonono, el futbolista nacido y
formado en el Arucas. En su mejor momento deportivo y titular de la selección
española era reconocido como el Omega, prestigiosa marca de reloj suizo, por su
precisión en el eje central de la zaga. Con Castellano en la UD, y con Gallego
en la selección nacional, conformaba baluartes difíciles de superar por los
delanteros.
A sus virtudes como futbolista Tonono sumaba una dimensión humana que lo dotaban con creces para liderar el vestuario amarillo en la nueva etapa, como antes había ejercido Guedes. No se cansaba de sugerir en tono distendido pero firme a periodistas amigos que fuesen indulgentes en sus críticas con las jóvenes promesas de la época (Trona, Roque, Páez, Miguel Ángel, Pepe Juan, etc.) “Centren las críticas, en todo caso, sobre los veteranos de la plantilla”, reiteraba con estilo conciliador, pero contundente.
Un momento particularmente emotivo para él fuera del terreno de juego sería encontrarse con Pelé, el más grande de aquella era. Sucedió en el hotel Barajas de Madrid, horas antes de que la UD Las Palmas se trasladara al Bernabéu para enfrentarse al Real Madrid, donde, por cierto, cayó derrotada (5-0). Pelé, que entonces militaba en el Cosmos de Nueva York, hizo una escala en la capital de España, eligiendo el mismo hotel en que se hospedaba el equipo amarillo. Con toda cordialidad facilitó una pose gráfica con el capitán de la UD Las Palmas y otros jugadores para el periódico “Diario de Las Palmas”. Tras unos minutos de conversación y despedida, Tonono no escatimó elogios para el astro brasileño por su sencillez y cercanía en el trato.
Desde la temporada siguiente a su debut ante el Murcia en La Condomina en febrero de 1962, Tonono se convierte en titular incuestionable hasta el final de su carrera deportiva. Sumaría 379 partidos con la UD Las Palmas en 14 temporadas. Nueve días después de librar un partido de Copa con el Málaga en la Rosaleda, el 31 de mayo de 1975, Tonono falleció ante la sorpresa general, tras sentirse mal y diagnosticarle los médicos una infección vírica que no consiguió superar. Nada presagiaba con anterioridad su muerte tan prematura. Tonono había participado incluso pocos días antes del partido de Málaga en el triunfo de la UD Las Palmas por 3-1 en el Estadio Insular sobre el Celta, resultado que selló la permanencia un año más en Primera División.
ADIÓS DE GERMÁN, EL MAESTRO. La temporada 1977/78 significó la última de Germán Dévora como futbolista y capitán de la UD Las Palmas. Su indiscutible virtuosismo técnico con el balón llevó a sus seguidores a conocerlo como “el Maestro”. Durante las 16 temporadas que jugó en el primer equipo anotó 118 goles. Ante el Salamanca, el 16 de abril de 1978 disputó como futbolista su último partido en el Estadio Helmántico. Con suerte varia dirigió después el equipo como entrenador. Su singularidad futbolística y su valiosa aportación a la historia del club le hacían acreedor a otra despedida más airosa con la que el entrenador de entonces Miguel Múñoz no colaboró. De hecho, éste lo apartó de la final de la Copa del Rey que tres días más tarde en 1978 perdió la UD Las Palmas con el Barcelona en el Bernabéu. No era el primer feo de Muñoz a una figura del fútbol canario. Años antes había precipitado la jubilación de Antonio Betancort en la portería del Real Madrid en favor de Junqueras, joven que más pronto que tarde hubo de ceder el puesto de guardameta a un prometedor García Remón.
Desde 2011 Germán Dévora ostenta la presidencia de honor de la UD Las Palmas, distinción a la que estuvo resistiéndose hasta que la mediación de sus antiguos compañeros de equipo, León y Castellano, le convencieron para aceptarla. Su desapego inicial por tal presidencia nada tenía que ver con una supuesta desafección por el escudo y los colores de la UD, sino con otras circunstancias y factores personales, que Germán, con su proverbial discreción y elegancia de la que siempre hizo gala tanto dentro como fuera del terreno de juego, prefirió reservarse de explicar públicamente. Su ausencia en ocasiones del palco del Estadio Gran Canaria induce a muchos a pensar que le pesa quizás haber aceptado la presidencia honorífica. Independientemente de otros motivos, el juego ramplón que prodiga la UD Las Palmas en los últimos tiempos le disuade quizás de acudir a los partidos, como a cualquier aficionado amante del buen fútbol con que el club del mismo nombre deleitó a toda España en los años 60 y parte de los 70 en Primera División.
BETANCORT Y LOS ARGENTINOS DE ORO. En el primer lustro también de la misma década, año 1972, se registra la llegada de Antonio Betancort a la portería de la UD Las Palmas, tras causar baja en el Real Madrid. Vuelta a su casa desde la que había saltado en 1961 al equipo blanco para triunfar como guardameta, luego de jugar cedido un tiempo en el Deportivo de La Coruña. En el Mundial de Londres de 1966 había sido suplente de Iríbar con España.
La incorporación de Betancort fue bienvenida y oportuna por la retirada de Oregui y Ulacia, los dos grandes metas vascos que protagonizaron brillantes actuaciones con la UD Las Palmas.
Al cabo de dos temporadas en esta nueva etapa, en la que sumó 44 partidos entre Liga y Copa de la UEFA, Antonio Betancort opta por su jubilación como deportista, jugando su último encuentro en San Mamés el 25 de febrero de 1973 ante el Athletic de Bilbao.
Cuelga las botas, pero sigue vinculado al club amarillo. García Panasco lo integra como secretario técnico, apreciando y rentabilizando la experiencia, los conocimientos y relaciones con agenda propia que Betancort había acumulado en su época del Real Madrid. Favoreció contactos y agilizó gestiones para fichajes de interés, particularmente en el mercado sudamericano, destacando los de los “argentinos de oro”, Carnevali, Wolff, Morete y Brindisi, que llegarían después y fueron decisivos para la continuidad de la UD Las Palmas en Primera División.
Wolff, que tiempo después desembarcó en el Real Madrid de la mano de Luis Molowny, se distinguía también por sus inquietudes literarias al margen del fútbol. Gustaba de promocionar entre sus amistades y periodistas canarios obras de autores sudamericanos como Borges, Onetti, Benedetti, García Márquez, entre otros.
Con la presencia de Brindisi, recién fichado, y Morete, la UD alcanzó el cuarto puesto de la clasificación en la Liga 1976-77, con otro argentino, Roque Olsen, de entrenador. Morete fue el máximo goleador del equipo con 22 dianas.
Con 78 años, Antonio Betancort, artífice junto a Panasco de una parte importante de aquella plantilla reforzada por los argentinos, falleció el 15 de marzo de 2015 dejando un recuerdo inolvidable en la memoria de todos los aficionados canarios.
Hoy, al cumplir sus 70 años la UD Las Palmas, difícil es menospreciar otros triunfos sonados durante el periodo 1970-1979 en el plano internacional con la Copa de la UEFA. Por ejemplo, la eliminación del Torino venciéndole en el Estadio Insular por 4-0, tras el 2-0 de renta que traían los italianos de la ida.
DIGNOS DE EMULAR. La lectura de este pasado de la UD Las Palmas revela aspectos y actuaciones dignos de emular por la nueva generación de dirigentes y futbolistas actuales. Lejos de dispendios, la austeridad económica que primó en aquel periodo, sumada a la solvencia técnica y tesón de superación deportiva de los canteranos, atrapados con el derecho de retención -todo hay que decirlo-, explican el orgulloso balance analizado de la UD. También se explica el éxito por la fusión coyuntural de la cantera en el mismo equipo -cuando las circunstancias la exigían- con figuras argentinas, aunque en honor a la verdad procede admitir que no en todos los casos se logró el ansiado deseo.
*Publicado en La Provincia el 22 de agosto de 2019.
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