Nicolás Chesa Ponce

Diego López y Juan Gómez-Pamo, presidente y bibliotecario respectivamente del Museo Canario, destacan el rigor de la obra en la presentación

“Canarias cuenta hoy con un facultativo por cada 200 habitantes, mientras que en el XIX solo había uno por cada 2.200 personas”, revela el autor

Solo una mujer nacida en Canarias, originaria de Gáldar, hizo Medicina tras emigrar a Montevideo, donde ejerció de profesora universitaria

Entre 1875 y el final del mismo siglo nacieron canarios que acabaron siendo galenos en una cifra superior a los 75 años anteriores

Amado Moreno

Un nutrido grupo de familiares, amigos y profesionales de la Medicina se dio cita ayer tarde en el Museo Canario para asistir a la presentación del último libro de Nicolás Chesa Ponce, “Diccionario biográfico de médicos canarios, nacidos durante el siglo XIX”, texto integrado en la colección Mercurio.

Vocación, rigor y tesón fueron las tres cualidades atribuidas al autor por sus presentadores, Diego López y Juan Gómez-Pamo, presidente y bibliotecario, respectivamente, de la entidad científica grancanaria.

Por su parte, Nicolás Chesa agradeció la colaboración que había recibido de diversas instituciones públicas y privadas para elaborar los perfiles de casi 300 médicos, canarios en su mayoría, que ejercieron su oficio en las islas.

Puso de manifiesto que Canarias era, durante el siglo  analizado para su diccionario, una de las regiones con menos galenos en relación con su población. Desveló que mientras en la Península (año 1880) había un médico por cada 880 habitantes “entre nosotros los canarios ejercía uno por cada 2.200 personas”. Sin embargo, matizó que el contraste de las cifras es hoy favorable: “Tenemos diez mil colegiados en Canarias, de modo que corresponde un médico por cada 200 habitantes”.

En la introducción del acto Diego López declaró su satisfacción  por asistir al nacimiento de un nuevo libro, “lo que no deja de ser en estos tiempos un acto de resistencia. Su autor, reincidente en el empeño, es un distinguido y generoso socio de nuestra casa, cuya versátil personalidad lo ha transportado desde la Medicina hasta la Historia”.

En Berlín Nicolás Chesa posa años atrás con la iglesia del Recuerdo al fondo, tal como la dejó un bombardeo de la II Guerra Mundial

“Ha sido y sigue siendo un gran especialista en Urología: por genética, por vocación y por tesón, y, desde que accedió a la condición administrativa de jubilado, es además un experto investigador en el ámbito de la historia de la Sanidad en el que el volumen que hoy presentamos es ya su tercera entrega”, añadió.

“Recoge rasgos biográficos de varios centenares de médicos y tiene la gran utilidad de rescatar su memoria para siempre”, concluyó resaltando.

Juan Gómez-Pamo Guerra del Río  detalló la solidez investigadora de Chesa por aplicar a su nueva tarea de historiador “el rigor, la constancia y la eficacia que habían caracterizado su desempeño profesional anterior. Ha consultado los fondos de instituciones de la Península y Europa con el fin de conseguir documentos y certificaciones que consideraba de interés para su labor”.

 En su papel de prologuista Juan Gómez-Pamo evoca cómo el doctor Gregorio Chil y Naranjo, fundador del Museo Canario, reunió un número importante de las tesis leídas por los médicos canarios titulados en Paris y Montpellier a lo largo del siglo XIX. “Y Nicolás Chesa, decidido a completar esa colección –subrayó-, localizaría casi todas las que faltaban, solicitó su reproducción digital y las depositó en la biblioteca del Museo Canario para que pudieran ser consultadas”.

En resumen, “la obra (del diccionario) se constituye –a su juicio- en un instrumento imprescindible para quien se acerque a los estudios de la asistencia sanitaria en Canarias”.

Nicolás Chesa Ponce, verdadero protagonista del acto, explicó el acicate vocacional que le había inducido a emprender este nuevo reto en torno a la Medicina en Canarias y en el espacio limitado al siglo XIX.

Enumeró una serie de datos significativos sobre la precaria realidad sanitaria de aquel periodo. Por ejemplo, entre 1875 y final del mismo siglo nacieron canarios que terminaron siendo médicos en una cifra superior a la de los 75 años anteriores del siglo. Concretaría que en 1830 ejercían en Canarias solamente veinte facultativos. Nueve de éstos en Tenerife, seis en Gran Canaria, tres en Lanzarote y dos en La Palma. La mayoría se establecía en las ciudades con mayor poderío económico como eran Santa Cruz de La Palma, La Laguna, La Orotava y Las Palmas de Gran Canaria. “Era común –dijo- que en las islas de señorío (Gomera, Hierro, Fuerteventura y Lanzarote) durante el XIX no contaran con ningún profesional sanitario. En estas circunstancias la población tenía que recurrir a la medicina popular con curanderos o santiguadores”. 

Pese a que en las postrimerías del siglo XIX España contaba con nueve facultades de Medicina, los canarios acudieron mayoritariamente a tres, las de Madrid, Cádiz y Barcelona, y pocos se licenciaron en las seis restantes. España registra hoy  44 facultades de Medicina. Es el segundo país del mundo con mayor número de ellas por millón de habitantes, tras Corea del Sur, fueron algunos de los muchos datos desgranados por Nicolás Chesa.

Aludió igualmente al colectivo de los canarios que se desplazaron a Francia para formarse como médicos. Atraídos por el prestigio de la docencia de París y sobre todo Montpellier en el siglo XIX y primer tercio  del  XX, más de cuarenta se doctoraron en Francia. Al regreso tuvieron que revalidar sus estudios en una universidad española para ejercer aquí. 

Solo una mujer nacida en Canarias, Antonia de Vega Cabrera (Gáldar, 1894), estudió Medicina entonces, observa Chesa en su diccionario. Emigró en 1904 con su familia a Uruguay donde cursó la secundaria y la licenciatura para ejercer toda su vida en aquel país. Se doctoró por la universidad de Montevideo y ejerció de profesora de Química en la capital uruguaya de 1930 a 1959.

“Hubo que esperar al término de la guerra civil para encontrar mujeres ejerciendo la Medicina en Canarias. El panorama ha variado mucho. Antes era una profesión privativa del varón y ahora sucede que el 50,4 por ciento de los médicos colegiados pertenecen al sexo femenino”, expuso Nicolás Chesa Ponce en uno de los puntos interesantes de su aplaudida intervención para justificar el esfuerzo desplegado con su diccionario.  

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*Publicado en La Provincia el 1 de julio de 2020.